El árbol estaba ahí.
La jardinera continúa ahí.
Todo sigue igual,
pero la perengana especial,
ya no se pudo ver por
estos ojos que,
aunque sabían que
no la verían,
cómo luchaban para hacerlo:
no querían mojarse de lágrimas.
No más
perengana especial...
DULCE OLVERA
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