domingo, 2 de mayo de 2010

Ensayo de una vida "perfecta"


Cuando sea grande yo... cuando sea grande yo quisiera... cuando sea grande yo quiero ser... ¡Cuántas veces no había escuchado eso la lámpara de aquel escritorio, esperando a alumbrar lo siguiente, pero nada... ¡papel vacío! El lápiz se había olvidado de su objetivo principal para pasar a desmayarse de tanto golpe en su cabeza rojita hacia el papel, escritorio o dientes del niñito que había estado toda la tarde tratando de hacer su tarea: "Qué quiero ser de grande". El título ya estaba, lástima que haya sido por imposición... pero qué tarea escolar no es por imposición.

- ¡A quién le importa! Falta mucho para que sea grande - Gritó por fín, jalándose los cabellos, esos que se había peinado con aguita esa mañana - Mucho, mucho. Volvió a gritar sin darse cuenta de la inmensa sabiduría de sus palabras. ¿Alguien sabrá algún día cuántos siglos se necesitan para que un humano sea realmente grande?

Volviendo a aplacar su cabello, se paró para dirigirse hacia la ventana más próxima y restregarse que no podría salir a jugar hasta terminar el maldito ensayo sobre un futuro totalmente incierto. Regresó al escritorio con unas ganas inmensas de no tener ganas y se recostó en sus brazos con un largo suspiro. Y mientras miraba fijamente el piso, seguía repitiendo en su mente: "Cuando sea grande yo seré... yo quiero... me gustaría ser..." Después se incorporó, inclinó su cabecita hacia el techo como si le llegara una iluminación de alguna gotera y gritó:

- ¡No sé! Observó maniáticamente a su lámpara y apágandola y encendiéndola rápidamente, le preguntaba ¿Tú sí sabes? ¿Sabes? ¿Realmente lo sabes? ¡No! Sólo alumbras porque yo te lo ordeno, ¿lo ves? Dijo cuando la encendió. Pero podrías no servir para nada si yo no te prendo... le gritó al apagarla. ¡Estúpida lámpara inútilmente útil! Jadeando, colocó sus manos rodeando al lápiz...

- ¿Y qué decir de ti mister "puedo escribir lo que sea menos un ensayo para mi dueño"? Anda, anda, -lo tomó dispuesto a obligarle a escribir la dichosa tarea- escribe, escribe qué quiero ser de grande, ¡rápido y sin faltas de ortografía!

Pobre lápiz, se despertó como si hubiese tenido una pesadilla, pero la pesadilla apenas estaba comenzando... hasta que volvió a desmayarse al ser aventado hacia la pared por no poder escribir qué quería ser de grande un niñito de primaria que se sabía las fechas de todos los acontecimientos en la historia de México, pero no sabía qué ni por qué.

Se acomodó en su silla, acomodó la hoja de papel y leyó: "Qué quiero ser de grande" Cuando sea grande yo quiero ser... y después de un silencio, gritó desesperadamente. El niñito estaba frustrado. Y no es que no supiera realmente nada sobre el trabajo, el dinero, las comodidades, la oficina, la corbata... era eso lo que realmente le impedía, inconcientemente, decir: Cuando sea grande y cuando sea lo que sea en el tiempo que fuese, seré un día esto y el otro aquello con tal de no caer en la maldita rutina, en el maldito círculo vicioso que es la vida que todos creen debería ser así: trabajo, familia, auto.

Pero no podía. Si lo hiciese, la maestra lo reprobaría y la mamá lo castigaría y así, como otro clásico círculo vicioso. Era eso, o realmente el lápiz estaba cansado o lo estaba manipulando para que no escribiera eso... sí, seguramente el lápiz era el malo en todo esto. Entonces, el pequeño buscó en su lapicera otro lápiz. No encontró nada parecido, y ahora la aventada, fue la lapicera. Pero ella no se desmayó, sólo dijo: "Escuincle pelado".

- A ver... piensa, piensa. En la tele siempre dicen doctor, abogado, ingeniero o presidente de México. Doctor... todos mis amigos quieren ser eso, pero, ¿vestirse diario de blanco e inyectar? Nahh. ¿Abogado? Ni siquiera estoy seguro de qué hacen... qué traen en sus portafolios... leyes, látigos invisibles... Nahh. ¡Ingeniero! Si ni siquiera puedo con mis legos... Tampoco quiero ser presidente porque todos hablarían mal de mí. Mi papá hace algo con unos números y mi mamá es maestra, pero qué aburrido "enseñar" lo mismo todos los años.

Apoyó su cabeza en el brazo izquierdo y comenzó a tararear: piloto aveador, fotógrafo, cerillo, jardinero, cobrador de rentas, vendedor de donas, cortador de pelo, DJ, creador de disfraces, animador de fiestas, cuidador de animales del zoológico, bailarín de ballet, creador de videojuegos, reparador de cosas descompuestas... ¿para qué quiero ser eso si puedo pasarme todo el día en mi casita? Sí, sí... dinero, dinero, dinero. ¿De verdad todo este arguende por el dinero? ¡Mi maestra está loca! Para mañana quiero que me traigan en una hoja qué quieren ser de grandes y por qué... ¡sin falta!, repite el niño tratando de arremedar la voz aguardientosa de la profa.

- ¡Pues no quiero ser nada porque el trabajo apesta! ¡No debería de existir! La vida no sólo debería ser eso, el tiempo no se debería ocupar para hacer dinero y gastartelo en tonterías, el tiempo debería usarse para pensar no para usar. Pero ellos qué van a saber, deberían preguntarse mejor, ¿para qué quieren servir en la vida? La vida... ¡bah! - Mientras decía todo eso hacia el aire, buscó el lápiz abajo de la cama, el maldito había rodado justo hasta el centro, aventó la lapicera e hizo que rodara hacia el otro lado de la cama, saltó, lo tomó y se dirigió hacia el escritorio dispuesto a escribir -

- A ver... maestra, qué dice sobre esto... " Cuando yo sea grande, si es que lo soy porque podría morir mañana atropellado por un chofer que no sabe hacer lo que de niño quiso ser de grande, quiero ser, precisamente, eso... ¡grande! no me importa en qué, pero grande. Si voy a hacer algo, quiero hacerlo bien, perfecto, con esmero, con amor no como esta tonta tarea sin sentido, a esta edad lo único que me interesa son mis carritos, verle los chones a las niñas y desear que diga punto final después de que dicta y dicta en cada resumen.

Quién sabe, mientras escribía esto, se me ocurrió que quiero ser ladrón... ¡sí! Quiero vestirme con mi trajesito negro de rayitas blancas, cubrirme mi cara con un gorrito negro y cargar una bolsita en el hombro con un signo de pesos. Y me deslisaré con cuidado por cada casa, de puntitas para no despertar a nadie y quedarme con todas sus cosas, sí... robárselas. Pero yo seré un ladrón diferente, quiero quitarles sus pantallas planas, sus computadoras, sus ipods, sus celulares y todas esas cosas que les pudren el cerebro para que vuelvan a la vida, para que cuando regresen de sus trabajos tontos que quisieron ser de grandes, no enciendan la tele y se "olviden de todo". Sin nada de eso, no les quedará de otra más que recordar que a la familia se le hace caso, que los libros se leen, no sólo son adorno de la sala, que cualquiera puede tocar un instrumento si se quiere, que el ejericicio no sólo es para adelgazar, que la vida no es trabajar-dormir-despertar- trabajar- dormir. ¡Yo quiero ser un ladrón cuando sea grande! Pero paradójicamente, al robarles sus cosas materiales, les devolveré un poco lo humanos que algún día debimos haber sido y que nunca lo hemos sido. Sí, eso quiero ser de grande... ¿oyeron bien? Quiero ". Terminó de leer Ricardito frente a un salón de clases totalmente silencioso y con caras atónitas, principalmente la de la maestra.



DULCE OLVERA

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