miércoles, 9 de junio de 2010

Con sólo señalar



Ya llevamos varios meses aquí. Antes eramos cuatro; ya se fueron dos. ¿Adónde? Me gustaría no decir no sé. Pero me quedé con aquél. Ahorita está durmiendo. Yo también debería estarlo haciendo. Es el momento. Ahorita todo está obscuro y no hay personas. Ni los de las playeras iguales ni los otros que siempre son diferentes. ¡Humanos! A veces, me cuesta trabajo entenderlos, pero cómo disfruto observarlos. Son tan... observables.


Tengo insomnio. Comí bien. Cómo quisiera que despertara y pudiésemos platicar como solemos. Mi amigo. El de la manchita cerca de la patita izquierda. Yo tengo tres más. Él me dice, yo no me conozco. Él. No sé su nombre. Tampoco el mío. Frente a mí siempre hay un letrero con números y un $. ¡Supongo que ese es mi nombre! O nuestro nombre. Yo prefiero llamarlo Él. ¡Y cuánto lo amo!



***

No me di cuenta a qué hora mis ojitos se cerraron para no abrirse hasta esta mañana que escuché a los humanos llegar. Malas noticias para la pajarita de enfrente. Hoy todos los perros, gatos, tortugas, iguanas, peces y sus colegas vamos a escuchar a nuestro tímpano exigiéndonos piedad: no más gritos desnaturalizados de la pajarita. Hoy le van a cortar sus alitas. Tal parece que a los humanos no les gustan que vuelen. Y tanto es su afán, que los encierran. Como a mí y a Él.


La otra vez vi a una señora llevarse uno. Era amarillito. Y dio una especie de papel vino por él. Y el humano de la playera lo guardó como si fuese un hueso muy presiado. ¡Papel! Yo me cago en él a diario. Y los humanos me lo cambian. Al igual que el agua y las croquetas. Es un poco complicado beber desde una rendijita. Pero es lindo compartirla con Él. Ya se despertó.
-Buenos días...
-Buenas, me dice mientras se estira (lo poquito que se puede dentro de este lugar)
-¿Qué tal tu noche?
-Linda de lo linda. Volví a soñar que corría entre un piso verde suavecito. ¡No como estas rejas que me sacan cayos en las patas!
-Que bien...
-¿Por qué soñaré eso?-antes de que le contestara algo así como pues porque...- He pensado que los otros dos cuates que ya se nos fueron andan por esos rumbos de mis sueños y que desde allá me mandan señales. Desde allá, quizá fuera de esto. Frente a los pajaritos. Ellos deben saber qué hay afuera de aquí...
-Probablemente... Hoy desgracian a la pajarita que llegó ayer.
-¡Auuuch! Ladra con mucha enjuria.
-¡Ya voy, ya voy! Comenta uno de las playeras. El gordito. Mientras comienza a vaciar las croquetas del día.



***
Ya falta poquito para que cierren. Hoy no vi a señoras con abrigos extraños, así como si tuvieran a un zorrillo muerto encima. Vi a muchos niños. Me divierte tanto que aplasten sus sucias caras frente a mi vidrio. Creo que les gusta que les ladre. Él siempre los ignora. Sólo les ladra bonito a las humanas. ¡Pillo!
Que yo conozca, hoy sólo se llevaron al señor Tortuga. Al más veterano. Y...
-Y ahora tú, ¿por qué ese señor con ojos mirada de no humano amigable nos ve tan feo? Me dice Él, espantado más de lo usual.
-Pos quién sabe... ni me había fijado.
-Ahí viene. Susurra y se trata de ocultar entre cuatro vidrios transparentes y mi colita.
-Tú tranquilo. ¡Hasta pareces gato! ... ¿Ya ves? Ya se alej... - Digo mientras aquél humano vuelve a señalarnos- ¡Nos señaló a uno de las playeras!
-Ay Santo de todas las rabias... no vaya a ser que...
Ambos escuchamos cómo se abre nuestro compartimiento.
-¿Cuál?
-El de la mancha en la pata izquierda, por favor. Dice el señor de la mirada no mirada.
Y con simplemente decir eso, señalar a Él, el humano de la playera azul lo tomó. Lo tomó mientras Él no me decía nada con su ocico, todo era con su mirada. Con esos ojitos de canica de los que siempre me burlaba juguetonamente desde hace varios meses...

Yo grité. Les juro que grité como nunca: "No se lo lleve, señor, por favor, se lo ruego, ¡es todo lo que tengo! Me hace compañía, yo lo quiero, lo quiero... " Gritaba hasta quedarme afónico. Pero tal parece que los humanos sólo escucharan ladridos. Todo parecía como si los humanos no entendieran palabras salidas del corazón. ¡Sentimientos! Tal parece como si los humanos sólo escucharan "guau, guau" muy fuerte y ya.


Se lo llevaron. Después que lo vi irse con ese señor, quizá a los pisos verdes suavecitos que tanto soñaba ya no soñar, la señora Tortuga me miraba desde su pecera con la misma mirada cómplice y de solidaridad con la que yo la, cuando presencié lo mucho que sufrió al verse separada de su esposo señor Tortuga...



DULCE OLVERA.
Si están pensando tener una mascota, ¡adóptenla! Por vida suya, adóptenla. Comprar, esa palabra no existe.

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