martes, 14 de septiembre de 2010

Ella murió y yo no me enteré

Las puntas de los dos zapatos
estaban húmedas.
Mis brazos temblaban de frío
y mis piernas de ansiedad.

Gota tras gota
una más a las seis que a las cinco
escurría desde mi cabello hasta el suéter.
El trueno marcó las seis y cuarto...
el paraguas se burló de mí.

Me alejé de ahí
antes de que los zapatos terminaran
de secarse.

DULCE OLVERA
"Esta tarde vi llover y no estabas tú..."

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