lunes, 20 de septiembre de 2010

La espera



"En pocas palabras, así es esto de esperar
y quedarse esperando.
Que no lo supiese la última hoja del otoño:
nadie la pisará, no trujirá,
no será parte de un montoncito para aventarse.
Los pies cuidan no pisar las flores de la primavera.
Y toda una estación en la que imaginó qué se sentiría,
y nada. Se extingue." DULCE OLVERA



Michael tiene la mirada perdida hacia el piso de su cuarto. El té que su abuela le trajo a la cama se ha enfriado y ni siquiera disfrutó su aroma. Está muy preocupado. Retira la cobija de sus piernas y suspira. Hace dos semanas, todo el día y en cualquier parte, leía, escuchaba o veía la gran noticia: la guerra contra Iraq terminó. El presidente Barack Obama cumplió su promesa. Todos los soldados han regresado al país. ¿Por qué su hermano aún no llega a casa, toca la puerta y recibe el abrazo de bienvenida?

Catalina, su madre, cubre la profunda ansiedad horneando galletas de mantequilla. Probablemente, tiene en mente regalarlas después de la misa de mañana: la abuela es diabética, Michael perdió su apetito y no lo ha encontrado por ningún lado y ella no suele probar sus propias creaciones culinarias. No desde aquellos pasteles de lodo de su infancia. Quizá, antes de irse a acostar, termine optando por venderlas.

***

El amanecer llegó. Michael ni siquiera recorrió sus cortinas, no pensaba dormir. Su plan no funcionó ante tanto cansansio acumulado. No tomó en cuenta que es posible agotarse mentalmente. Antes de abrir los ojos, ya ha soñado la llegada de su hermano. Extrañamente, llegó sin el uniforme. Vestía una playera de Chaplin y unos jeans. Michael despierta agitado, frota su cara con la palma de su mano izquierda mientras trata de incorporarse al nuevo día, uno más de espera, y finalmente recapacita: su hermano odia las películas mudas.

-Buenos días, dice al entrar a la cocina.
-Buenos días, cariño. Contesta la abuela mientras batalla con la tapa del frasco de mermelada.
-Permíteme, le dice dulcemente. ¿Alguna noticia?
-... no, amor.
Michael le entrega la mermelada lentamente y con la vista hacia la ventana. Acaricia las canas de su abuela y se retira hacia el baño. Catalina llega quince minutos después. Besa a su madre mientras deja las bolsas del mandado sobre la mesa. Las ganancias de las galletas se han ido.
-Lo sigue esperando. Finalmente articula la anciana después de sorber su café.
Catalina aparenta no haberla escuchado y comienza a colocar huevos en un recipiente. Pero antes de poner a calentar el sartén vuelve a escuchar:

-Se sigue esperando...
- Lo sé. ¿Crees que no me duele?
-Tiene que parar... no puede seguir así. ¡Debe haber alguna manera!

-No la hay, está en shock, ¡entiéndelo! Contesta al echar el aceite.

-Entonces estará frente a esa maldita ventana toda su vida. Magnífico, la guerra terminó, Michael regresó vivo... ¿de qué sirve eso? Lo perdimos, Catalina. Lo perdimos para siempre.
-Sí, contesta la mujer tratando de tragarse sus lágrimas y no amargar el desayuno, ¿pero no es peor que él mismo se haya perdido?

DULCE OLVERA

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