
Allá estaba el señor Rutina y acá el señor Espontáneo. Vivían juntos en un cuarto de algún edificio de alguna ciudad no muy lejana de la otra ciudad. El señor Rutina vestía, como siempre, su traje negro, camisa blanca, corbata negra y, por alguna extraña razón, zapatos cafés. Al menos, bien boleados. El señor Espontáneo, este día en que una mirada desconocida los observaba (alguien tiene que hacerlo) decidió colocarse una playera azul, un pantalón negro y aún no decide qué puede ir en sus pies. Como ya se cortó las uñas, usa sus sandalias sin pena alguna por todo el cuarto. Muy limpio para ser de solteros.
Mientras señor Rutina toma su café con dos cucharitas en la misma taza de todos los días, su contraste decide prepararse un jugo à la Espontaniedad. Sale un poco agridulce. Aún así vuelve a ver el vaso que estaba medio lleno, medio vacío. Y después de anotar "Marcas de llaves" en su lista de qué productos tienen competencia comercial, ya está totalmente vacío el vaso aquel.
-¿Una nueva lista?
-Así es.
-¿Qué harás hoy? Pregunta Rutina.
-No sé. Aún no termino de dar la vuelta al mundo en 7 días. Aún me duele el cuello por lo de ayer y, verás, no sé qué zapatos son dignos de un martes. Y, ¿tú?
-¡Quién te manda tratar de encestar saltando desde un carrito de supermercado! Tú y tu basquet...
-Valió la pena.
-¿Cómo que en 7 días? Verne especificó 80...
-Él. Frogg, Picaporte, Fix y la dama se tardarán quizá 80, aún no estoy seguro, pero yo, si me apuro, llegaré hoy a Londres y se cumplirán sólo 7 días.
-¡Eres un cretino! Ni siquiera te has parado del sillón y ya crees que...
-¡Definitivamente, mis tenis naranjas! Simple, era su destino. -Dice Espontáneo mientras salta en un sólo pie de izquierda a derecha hasta que se los logra poner. Hace un saludo al sol para sacudirle el cadáver de la araña patona al tenis izquierdo.
-Pues yo, iré a jugar ajedrez al parque. El señor Rencor me pidió la revancha.
-¿Otra vez ajedrez? Pregunta estirándose. Bueno, ¡diviértase Monsieur! Nos vemos al rato, dice mientras se quita y pone un sombrero imaginario.
-Como digas... le dice Rutina a la puerta recién cerrada.
*** El tercer peón negro de izquierda a derecha da su primer movimiento a eso de las 12:56pm. Rutina y Rencor se miran mutuamente. No los ojos. Las respectivas manos que son las que harán que o Rencor pida la quinta revancha de la semana o que Rutina pueda ir a comprar su revista de los martes y leerla en la banca del parque. Sí, la que está alado de la estatua de un tal Rafael Acosta alias "Juanito".
4:09pm y termina la sexta revancha. Rencor por fin grita Jaque mate a los cuatro vientos. Rutina pierde el número de "Partidos y otros que sí" de hoy. Después de estrecharse las manos y sonreírse no sé con cuál intención, Rutina llega a casa. Espontáneo no ha llegado.
Las manos cayosas de tanta rutina, toman la contestadora y la hacen funcionar...
"Señor Rutina, hablamos del hospital Zapata. Su compañero, el señor Espontáneo, se encuentra aquí en Urgencias, ¡está muy grave! y... (tono de fin de mensaje)"
-¿Dónde demonios está ese hospital? Le grita al contestador.
***
-Lo siento mucho señor. Está perdiendo mucha sangre, hacemos lo que podemos.
-¿Puedo pasar a verlo?
-No es conveniente... Espere a que se tranquilice. Yo lo tendré al tanto de su estado. Compermiso. Dice un hombre con bata blanca, agachando la cabeza. A los dos minutos ya está coqueteando con la enfermera.
-Sí... gracias. Jamás le había costado tanta saliva y esfuerzo decir esas dos palabras. Los puntos suspensivos no cuentan hoy.
***
La noche llegó y Rutina aún no sabía nada que pudiese tranquilisarlo.
-Ay Esponta, dice al aire (en este caso al piso mal trapeado del pasillo) ambos sabemos que nos pudo pasar a cualquiera de los dos...
DULCE OLVERA
No hay comentarios.:
Publicar un comentario