martes, 29 de junio de 2010

Yo conozco al Coque y tú no...


Pues yo creí estar apellotada. Pero después mis escasas neuronas me permitieron saber que no era mota, era una hierba curativa de esas para tecitos bien calientitos. Y aún así, me paré del sillón hacia la pantalla del televisor, metí mi cabeza y pude ver cuatro filas delante de mí. Eran filas de butacas sosteniendo traseros de personas que esperaban con ansias a que un programa de televisión comenzara a grabarse y así cumplir el sueño de sus vidas: salir en la TV. (La clásica toma de unos 3 segundos en que sale la mitad de tu brazo, entre 20 personas del público, mientras la cámara enfoca su objetivo principal: la chica de los kilos de maquillaje en la cara)

Y no sé qué me deslumbraba más, si los focos inmensos que colgaban a lado de las pantallas cerca del techo o las estupideces que los conductores hacían y decían. Pero la curiosidad mató al gato y metí mis dos brazos por la pantalla para poder apoyarme bien y meterme completamente al maravilloso mundo de la televisión. Ya sentada frente al set de aquel programa de revista, una señora -con paraguas en mano- me cuestionó: "¿Aquí también se graba xxxxx?", debo confesar que me tomó muy de sorpresa y sólo pude articular: "No sabría decirle". Pero, pensándolo bien, ni aunque me hubiera agarrado apellotada, recién bañada o en mis cinco sentidos, lo hubiese sabido. ¡A quién le importa! A la chica de mi lado derecho, no lo creo: está cabeceando con la esperanza de que, con sus brazos cruzados, le bajen al aire acondicionado... muere de frío.

Mas, no será así. El conductor principal termina su toma y a 2 segundos de que se apague la cámara y haberle sonreido con tanta carísma al público allá en casita, grita con gran despotismo: "Me le suben al aire acondicionado, ¡hace calor, oigan!". Lo siento, chica que cabecea.

Ya llevo media hora aquí sentada... el sistema es muy complicado: los conductores ensayan una serie de estupideces y después las graban. Algunos individuos salen de sus nidos a cambiar de escenografía vertiginosamente; los "importantes", sólo de vestuario y posición. Después de que un tipo cerca de las butacas nos da la señal de aplaudir como monos cilindreros, abren otra escena para volver a grabar otro tanto de estupideces. Eso o comerciales sobre refrescos, casas "fáciles de adquirir" y, posteriormente, mandar a una pequeña pausa comercial.

Creo que se respira un ambiente de hastiamiento tanto por parte de los conductores que, en su interior (tal vez muy dentro) saben que el programa es un completo fracaso lleno de situaciones tontas, incoherentes, inútiles, pero que hacen, a fin de cuentas, gastar a la producción miles de pesos. Ya sea en vestuario, maquillaje, escenografía, equipo técnico, etc, etc. ¿Y todo para qué? Para que el público en vivo se ría porque se lo piden en un letrerito y el de casa, o diga: "WTF?", mientras espera a que empiece su novela o se ría porque ya se le olvidó cuando la televisión era buena. ¿Alguna vez lo fue? Yo creo que sí, cuando las ideas eran frescas y no era tan importante la vida personal de personas que actúan otras vidas frente a cámaras... creo que les dicen estrellas.

Otra media hora de "Corte y queda" y esperar de 10 a 20 minutos a que graben otra cápsula de profunda idiotez, hasta que las cuatro chicas con minishorsitos que comienzan a bailar entre cierre de escena y comeriales (llamado "cortinas") me recuerdan que, en la vida, asomé mi cabeza por la pantalla del televisor. Mi memoria se pone a trabajar y reproduce en mi mente a mí formada junto con una cuata afuera de las locaciones de la XEW desde las 9 de la mañana con tal de ver bailar a una amigaza y su grupo.

La imagen se aclara, muevo mi cabecita terminando de recordar y, mientras soy obligada a volver a aplaudirle a una señora que lee sobre artistas en una pantallita frente a la cámara, se me quita un gran peso de encima: no estoy aquí sentada ni por la mota ni por ser fanática televisiva. Sólo estoy aquí para apoyar a mi amiga bailarina...

DULCE OLVERA

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