

Hoy va a ser la mejor noche de mi vida. Desde el lunes que cuento las horas. Los minutos.
La manecilla grande del reloj se mueve desesperantemente lenta dentro de un salón de clases con aquella ruca hable y hable como la hurraca con lentes que es. Alias mi maestra. Qué decir de la manecilla corta. Dos horas más que retroceda, como mi ansiedad me hizo imaginar antes del recreo, y las aviento contra la pared. Y así de paso, destruyo el reloj de pared con el logotipo decolorado de la secun en el centro.
¿Desde cuándo hay tantos indicadores de tiempo a mi alrededor? Tic-tac-tic-tac. ¡Es cierto!, puede escucharse y sentirse dentro de las venas ese ruidito. Ese Tic entra por mi tímpano izquierdo y ese Tac sale por el caracol del oído derecho. Mis dedos se mueven encima de la butaca del índice al meñique y vicevera. Lunes. Suspiro. Martes. La página 135 del libro de Historia Universal me ve hacer una mueca. Miércoles. Lo susurro sensualmente. Jueves. ¡Jueves!
Pero hoy mi celular indica: Viernes. Hasta Kitty se ve más bonita adornando este día en mi fondo de pantalla. Hice un acuerdo con mi relojd e Mickey. Ni él me verá en mucho tiempo, ni yo lo veré en otro tanto de tiempo. Nos dimos un break. Así que ahora Kitty me dice 9:08am. Clase de Biología.
Ayer en la mañana, le saqué a mi mamá de sus ahorritos 200 pesos. Son prestados por tiempo indefinido. Al menos eso le dije al Santito que está a lado de su "escondite" para que dejara de mirarme como vil delincuente. Total, es mi jefecita.
Y por la tarde, fui con Lorenaza a comprarnos una blusa para el gran día. Gran noche, más bien.
Tardamos, fácil, 5 horas para encontrar la Elegida. Desdoblamos miles. Y así las dejamos, desde luego. Es parte de ir de shopping. Dejar rastro. Dejar la montañita de blusas ya probadas y la de probablemente me las vuelva a probar.
Claro que mi mamá me hacía en su casa estudiando para el examen de mate fantasma de hoy. Hoy ni me toca matemátcias. No lo entiendo, en la primaria diario llevaba esa materia. Pero ahora... en fin, me compré la fusia con una flor rosa cerca de la cadera. Está preciosísima. Casi no dormí por estar pensando con qué zapatos se vería mejor. Tampoco pegué pestaña por la emoción y... ¡por el susto! Mi hermana casi descubre la blusa que disque escondí perfectamente en la mochila. Pinche vieja metiche.
En el recreo, Lorenza y yo no mencionamos ni una sola palabra que no tuviera que ver con la fiesta. La dirección. Le pregunté a qué hora empezaba 5 veces. Y si estaba segura, unas cuatro. Sin mencionar las 6 del lunes, 2 del martes, etc. En cuanto a los invitados, viboreamos un poco. Cosa de rutina. Cosa de Lorenza y yo. Haya o no fiesta. Ella estaba que se cagaba porque tal vez iría su amado Robert Pattison versión mexicana. Según ella se parece, pero no quiero herirla al confesarle que está perdidamente estúpida al creer eso. Ni al Robert Pattison de quinta región le llega a sus talones de quinta.
A la segunda mordida de mi torta de albohóndigas, ya habíamos quedado en vernos en el metro Garibaldi verde bandera abajo del reloj que indicaría 6pm. Realmente, diría 00:98. Los relojes del metro nunca sirven, siempre están locos. Pero a las 6pm. Ese es el punto. Llegó 6:16pm y casi la mato a bolsazos. Convencí a mi perra hermana que me la prestara a cambio de mi silencio sobre su nuevo novio. ¿Que cómo diablos mi madre me dejó ir a la fiesta?, eso sólo ella lo sabe... La bolsa hace juego preciso con la blusa... Tal vez influyó positivamente que le dije algunas mentirillas. Clásicas de permisos asegurados. Clásicas de me vale verga, yo voy porque voy. Y una va.
Sinceramente, la fiesta era de los de tercero. Del hermano de uno de los del C. Pero Lorenza se enteró en los baños, mientras pegaba una toalla usada en la puerta del segundo retrete, como es su costumbre bimestral. A la perra le baja cada dos meses. Su doctor le dijo que es muy probable que tenga gemelos. Sus pinches Robertitos Pattincitos de 6° región. Total, escuchó "por accidente" esa conversación y, en un dos por tres, ahí nos encontrábamos a las 7pm frente a la casa número 45. La puta fiesta era en la 69. Pero el ruído nos guió. De la 46 a la 68, la regañé por chismosa inhábil.
Cuando entramos, no había casi nadie. Fuimos de las primeritas. Todos se nos quedaron viendo. Los tipos de mirada variaban, iban desde el mamacita hasta el y tú quién chingados eres, quién te invitó. No había ni refrescos, ni papas. Y entre el punchis, punchis, logré escuchar: Vamos a sentarnos, ¿no?
Hasta las 8:30pm estaba relativamente llena la sala. Un tal "Paco Pedacitos" empezó a pedir Mochila para los cuadernos. Unos daban $50, $20 o $100 pidiendo cambio. Lorenza y yo no traíamos. Era nuestra primera fiesta y sólo llevamos para el pasaje. Mi amada vida social, comenzaba. Entre las dos juntamos $30 y para no quedar mal, los dimos. Luego ya veríamos qué hacer de regreso.
Veinte minutos después, regresaron con jugos y tonayas. Como dos bolsas de papas y 10 vasos. Por suerte, alcanzamos uno. Los que buscaban cómo encender sus cigarros se apendejaron. Kitty me dijo 9pm y a penas la fiesta iba a empezar. A penas mi cabello se iba a impregnar del peculiar olor del tabaco. Comencé a espantarme, pero el primer fondo, fondo que me hicieron dar "para ver si era amiga", me tranquilizó demasiado. La música comenzó a hacer trujir los vidrios. El ambiente había comenzado.
Lorenanza logró conseguir otra agua loca y nos la chutamos de volada. Teníamos que ponernos ebrias o nuestra Gran noche se vería truncada. Entre Nena, nena y perreo, el tufo de marihuana me terminó por marear. El momento de mover la cabeza de un lado para otro al ritmo de la canción y la cadera, estaba en la cúspide. Lorenza me pasó su cigarro. Era la tercera vez que fumaba sin contar la vez que mi tío me dejó probar. No lo supe hacer muy bien y acabé tosiendo como estúpida, mientras un chico me perreaba y me preguntaba si quiería ser su novia. Antes de poder contestarle algo, ya se había empinado su cahuama y marchado hacia un sillón. Lorenaza me tomó de la cabeza y me la agitó al mismo tiempo que me gritaba: Esto es vida, de esto nos estábamos perdiendo en nuestros bofos viernes no sociales, we. Sí, no mames. Le contesté, mientras escuchaba ¿Quieres ser mi novia, nena? Claro, baby. Desde el sillón.
Si una mosca se hubiese metido a la casa, qué cosas no hubiera visto. Desde la entrada, dos chavos fajándose. Una chica pacheca en las escaleras hablando con Dios. Cuatro cabrones peléandose para aclarar de qué color era el carro de Sam en la película más reciente de cartelera. Y en el centro de la sala, todos moviendo sus cuerpos como licuadoras, creyéndose los dioses y seres supremos de toda la galaxia. Con vasito en mano lleno de agua loca o chela. Meneo, meneo, salto. Salto, vuelta, fumada, movimiento de cabeza...
Música, luces, noche, música, pum, pum, luces, pum, noche, alcohol, besos, pum, pum. Realmente, eso es vida. Así pasaron las 3 mejores horas de mi vida hasta que mi celular se cansó de vibrar dentro de mi bolsa y me dijo: O contestas o exploto. Contesté y la que explotó fue mi madre. Bla bla bla. No estoy borrachsaa. Grité afuera de la casa. No está borracha, señora. Gritó Lorenaza. No, señora, no está. Gritó un chavo ebrio que trataba de pararse de la banqueta, después de haberse fumado su camel. Solito, solito.
***
Desperté hasta las 12pm. Traigo un moretón en la cara. Mi papá, ya en la casa, me dio cinturonazos y mi hermana una cachetada. Resulta que tuvo que ir por mí a la dichosa casa número 69. Lo asaltaron tratando de buscarla en medio de tanta oscuridad de viernes social. Mi mamá de la preocupación necesitó más dosis de su medicina para el asma. Hubiese mandado a mi hermanito a la farmacia por más, pero misteriosamente desaparecieron 200 pesos. Pasó la crisis por un milagro de su Santito.
Cuando me encontró, estaba tirada junto con Lorenaza, profundamente dormidas. Me cago de sed y no puedo salir de mi recámara. Necesito ir al baño a la de ya. Tengo un chingo de hambre, no probé ni una sola papa. Mis inversiones de 30 pesos veo que no tuvieron resultados. Pero pagaría $50 por una aspirina... ah. En fin, así fue la mejor noche de mi vida. La noche en que dejé de ser una teta. No vi tele un viernes por la noche o leí la TV notas. La teta va a fiestas, tomen nota. Tendrán que borrar eso que dice en los baños sobre mí... Lo logré.
DULCE OLVERA
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