Esta Luna que debe estar siendo
admirada desde algún otro lugar muy lejano de aquí,
es testigo de la primera noche en 98 días
que me acuerdo de ella.
La busco, pero
entre ninguna de esas nubes pasajeras
logro encontrar su brillante presencia.
No quiero dormir y soñarle
porque tal vez un minuto antes del amanecer
usted llegue, me abrace
y me haga olvidar la Luna, la necesidad de la soledad
y ya sólo mirándole,
piense en mirarle y pueda dormir tranquilamente.
DULCE OLVERA
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