En algo hay que creer. Y yo creo que el amor es el único sentido que tiene la vida. Malditos Beatles, tenían razón: "Todo lo que necesitas es amor". Mi intención no es ponerme en un plan romántico, cursi ni mucho menos. Pero tras dos semanas de reflexionar sobre... sobre todo, no pude llegar a otra conclusión. Lo juro. El mayor problema es que no estoy enamorada y si no lo estoy en algún momento, mi vida no habrá valido la pena.
En fin, todo comenzó una tarde en la que leía sobre la clase dominante y lo subordinados que los mexicanos estamos ante ella. La pregunta obvia es por qué si somos más, ¿no hacemos algo al respecto? La respuesta vino a mi mente en segundos: nos tienen totalmente controlados mediante necesidades que ellos mismos, en cierta forma, crearon. En pocas palabras, el mexicano -para no generalizar y meterme en profundidades culturales- está jodidamente acostumbrado a la forma de vida que lleva. Sin mencionar a la otra gran masa que no recibe educación. La base de absolutamente todo.
Por mencionar sólo algunas cosas: la luz eléctrica. Sin ella, adiós televisión, radio, plancha, computadora (internet), música... ¿continúo? Para qué, mejor pongo sobre la mesa, ¿quién controla ese servicio? Creo que el punto básico de esto es que si los ciudadanos del país decidieran confrontar a los poderosos, tendrían que desprenderse de sus ipods, lavadoras, facebooks, cafeteras, Vans, etcétera y andar en pelotas. Situación que jamás pasará: la costumbre, la dependencia total. Una noche sin luz y el día se acaba, no hay más que hacer.
Además, joder, si las empresas de los ricachones quiebran, ¿dónde trabajaría el mexiano? Mc Donald's es una mierda, pero da empleos (pésimamente pagados, pero los da) Telcel es una mierda de la mierda, pero es el mismo caso. Un día sin tu celular y la vida se acaba. Nadie puede negarlo. Nadie puede evitarlo. Obviamente, los que no tienen uno. Pero por jodidos. Por subordinados. Y hemos vuelto a donde partimos. El círculo vicioso ha concluído para seguir dando vueltas y vueltas a favor de la clase alta que se encarga de seguir satisfaciendo a la masa. Dinero, dinero, dinero.
A tan triste conclusión sin solución aparente, me surgió la clásica pregunta: ¿Cuál es el sentido de la vida, entonces? Dos largas semanas he estado con esa pregunta desde que me levanto hasta que me pongo la pijama y logro consiliar el sueño. La rutina es una de las cosas que más ha obstaculizado mi búsqueda. Pero fue la que me dio la respuesta que he decidido creer, al menos los próximos días. El amor es lo único que permite salir de ella. ¿Qué no haría uno por amor? Y amor a lo que sea, no precisamente a una persona.
Por lo tanto, encontrarse en ese estado idiotizador que paradójicamente es una enfermedad, es la excepción a todas las estupideces que abundan en el mundo. Es un colmo muy agradable. Es el sentimiento que va contra todo. Por una sencilla razón, se gana, no se compra. Se cuida, se mantiene, se conserva con esfuerzo, no se necesita dinero. Y aunque te lleve a los dos extremos de la vida, es decir, a la felicidad o tristeza totales, vale la pena por lo menos experimentarlo uno que otro momento. Nada dura para siempre.
Ser una oveja es estúpido y común. Ser una oveja consciente es frustrante. Ser una oveja enamorada es gratificante. Un beneficio que no cuesta nada, sólo se siente y punto. Es algo incondicional. Sí, definitivamente creo que el amor es el único sentido que tiene la vida.
DULCE OLVERA
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