
María Luisa tiene ocho años, pero no lo recuerda. Siempre le dicen Wicha y sólo la fecha, no su edad. Hoy ha escrito 25 de febrero en su cuaderno, tal como lo dice la esquina del pizarrón en la parte no cuadriculada. Wicha sabe que el próximo año, toda la pizarra será verde porque los de cuarto ya son grandes.
A un día de haber celebrado a la Bandera (creyendo que el blanco significa "la paz que se ha logrado", según el presidente Calderón) Wicha vivirá un viernes como ningún otro. Precisamente hoy, aprenderá ese algo tan básico que la mayoría de las personas olvidan al ir creciendo. Probablemente, ella también lo hará.
La profesora Maricela se incorpora, mueve ligeramente el escritorio y cuida de no tirar su florero. Hoy dos niños le obsequiaron rosas, una roja, otra durazno. Al tomar el gis más cercano, más bien el único, informa a sus alumnos el tema de hoy: La División. Hasta ese día, esas 34 cabecitas sabían sumar, restar y multiplicar. Algunos porque sus madres los obligaban a repetir las tablas mientras los bañaban, otros porque las tenían en su regla o Jorge, quien logró memorizarlas gracias a que las ve todos los días al despertar en el póster de su recámara, a lado del de "La mamá más mala del mundo".
Wicha anota La División como título. Por supuesto que la L y D mayúsculas, con carmín rojo. Coloca su mentón sobre sus manos dispuesta a poner absoluta atención a ese nuevo concepto matemático. Ella cree que es el último. Aún no sabe de la existencia de la raíz cuadrada...
Una hora después, a pocos momentos del recreo, el grupo 3°F ya sabe dividir. Cifras sencillas, pero los pasos ya los tiene. La mayoría pudo resolver correctamente los 10 ejercicios, menos el ocho: 4567 entre 23. Una broma de la profesora. A Wicha no le hizo gracia. ¡A esa niña nada le causa gracia! Sólo los ronquidos de su padre y la palabra costal. Nadie sabe por qué.
La miss Maricela los premia dejándolos salir al receso cinco minutos antes. Y aunque parezca insignificante, ese tiempo marca la diferencia entre poderse comprar una torta de chilaquiles o no. Aquella escuela es grande. Niños, muchos. Y las tortas... sabrosas, pero escazas. Wicha alcanza de las últimas. Se dirige a las bancas rositas cerca de las escaleras, mientras va quitándole la servilleta. Gran parte se ha pegado a la salsa. Al dar la segunda mordida antes de acabarse el bocado de la primera, ve bajar a Carla, una de sus mejores amigas desde primero.
-Hola, Wicha.
No puede contestar y se lo hace saber señalando su boca totalmente llena de tortilla, bolillo, salsa y queso. Éste último hecho en Toluca por la abuelita de la señora Tere, la vendedora de las tan demandadas tortas de chilaquiles y... sí, definitivamente no podía contestar.
-La profesora nos sacó hasta esta hora y ¡ya no voy a alcanzar una! Tristemente dice Carla, otra víctima de padres sin tiempo para preparar lunchs.
-Pues ya mañana. A mí me sacaron más tempra. Pero siéntate, dice Wicha recorriéndose hacia la izquierda sin soltar con las dos manos la servilleta portadora del oro de maíz.
Tras cierto silencio interrumpido algunas veces por el crujir del bolillo, Carla le pregunta a Wicha si puede dividir la torta en dos: tiene mucha hambre.
"Dividir" retumba en sus oídos. Se pasa el bocado casi entero. Deja de parpadear y asimila la palabra, recuerda los 10 ejercicios matemáticos resueltos con su lápiz favorito, lo cómodo de su banca para diestros, aunque sea zurda y voltea a ver a su amiga. Ahora parpadea más de lo normal. El silencio continúa.
-Bueno, sino quieres no. Yo sólo decía... a ti casi ni te gustan. Pero bueno. Carla empieza a contar sus monedas, resignada a desayunar simples donas.
-¿Dividirla?
-Sí -contesta esperanzada, ignorando sus cuatro cincuenta- En dos. Tú te comes una mitad, yo la otra y así. ¿Cómo ves?
-Es que no sé...
-Anda, ¿que no has visto eso en mate? "Juanito tiene seis panques y dos amigos, ¿cuánto le toca a cada quién?" y ya, haces la división y la maestra te felicita y esas cosas... ¡ya, dame por favor! Finalmente le pide, con ansias en las manos.
Wicha parte a la mitad su torta, un pedazo de tortilla cae al suelo. Y mientras Carla lo recoge, a pesar de la gravedad de su hambre, Wicha se queda reflexionando. Así que eso es dividir...
DULCE OLVERA
Hermanos, aunque tengan que regresar a sus apuntes de la primaria... recuerden lo básico en la vida.
1 comentario:
maravilloso!!
de verdad es tan facil olvidar las cosas simples...
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