
Cuando una se está vistiendo y escucha en el noticiero que "El Ejército y la Fuerza Aérea inauguraron el viernes 4 de febrero la exposición La gran fuerza de México, con que buscan que la sociedad conozca a fondo la labor de ambas instituciones", realmente no puede articular otra cosa más que "¡No mamar!".
Por un lado, reconozco que los mexicanos tenemos derecho a conocer en persona a nuestros 'representantes'. En este caso, a militares y sus etcéteras. Es decir, sus materiales de guerra como vehículos, armamento y vestimenta. Pero, cuando se escucha lo que los visitantes piensan sobre esta exposición, ubicada en el Colegio Militar (metro Popotla, línea 2) una vuelve a gritar: "No mamar, no mamar".
Aclaremos las cosas, los visitantes son chilangos. Por ende, no han vivido en pellejo propio todo lo que los medios han estado comunicando día y noche acerca del "combate" contra el crimen organizado y narcotráfico por parte de nuestro legítimo jefe de las Fuerzas Armadas, alias presidente. En pocas palabras, los enfretamientos, balaceras, narcobloqueos, coches bombas, granadazos... ¿le sigo? En fin, ahí radica que al preguntarle a un jefe de familia qué pensaba sobre la expo, contestara un tranquilo: "Está bien, para que los niños conozcan los tanques y las armas, ya que no están acostumbrados a verlos de a diario".
Entonces, una comienza a pensar en todos aquellos niños, jóvenes, adultos, ancianos y demás que viven en Sinaloa, Chihuahua, Nuevo León, Tamaulipas, SLP, Guerrero... y concluye: definitivamente, ellos no necesitan exposiciones del 4 de feb al 2 de marzo con horario y lugar específico. Ellos tienen contacto directo no sólo con los militares y sus armas, también con los sicarios y sus granadas; con sus tanques y sus camionetas. Pero eso no es nada, La gran fuerza de México, acá en el DF, se queda cortísima con su 'conocer a fondo'. En provincia, la gente tiene bonus extras. Ya que escucha los balazos, las explosiones, los gritos, lee narcomantas, experimenta el miedo y angustia hasta de no ver llegar a sus familiares a casa. Nada de simuladores o fotos. Allá todo es real. Incluso, desde luego, la muerte.
Así que yo no entiendo por qué los defeños hablan, literalmente, "tan bien" de esa expo. Y es que no hubo adjetivo más repetitivo, a pesar de su subjetividad y poca descripción, que "bien" o "padre" por parte de los entrevistados. Pero yo los invito a que se vayan un ratito a los estados ya mencionados, a ver qué piensan sobre sus militares. O ya de paso, que les pregunten a los campesinos de Guanajuato que, precisamente el viernes, se quejaron sobre ellos: "Son chingaderas (lo que hace el Ejército); la violación a los derechos humanos es muy grave en todos lados. Hay miedo. Uno ya no sabe si en verdad son militares o criminales vestidos de soldados", aseguraron después de haber sido saqueados de sus armas por militares.
Ahora entiendo por qué el coronel Ricardo Trevilla Trejo, en la inauguración de la expo, dijo que "somos el Ejército del pueblo, a él le debemos lo que somos y lo que tenemos”. No hay duda...
DULCE OLVERA
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