sábado, 26 de marzo de 2011

¿Bernardo tiene razón?


Eran las siete y media de la mañana y Danielita ya estaba discutiendo una vez más con Bernardo. Tomada de la mano de su madre, rumbo a la escuela, la pequeña y su mochila en forma de oso reflexionaban sobre qué pasaría si los hombre fueran como las aves: a sus siete años (con un día, ayer había sido su cumpleaños) ya no creía en el comunismo; “una idea humana más y por tanto, imperfecta y utópica”, pensaba.

Resulta que su abuelita le había obsequiado un libro sobre esa peculiar especie voladora, cuya forma de vivir le había fascinado. “Es increíble que sólo utilicen lo que necesitan, ellas no conocen el despilfarro ni la avaricia, de hecho, leí que 60 especies no vuelan: no les es indispensable por el lugar donde habitan”, le comentaba a Bernardo, el oso tuerto con moño rojo; su madre también escuchaba el razonamiento de Danielita.

-¿Sabías que los pájaros vienen de los dinosaurios?, cuestionó para intentar integrarse a la plática.

- Sí mamita, de la era Jurásica --contestó indiferentemente para continuar divagando--. Creo que la clave es que migran: aprovechan los beneficios de cada estación y logran la disponibilidad de alimento equitativa; es curioso, se orientan con el sol, estrellas… no necesitan brújulas o demás cosas creadas. Todo lo toman de la naturaleza, hasta la comida --el tucán de los Frutie Loops no cuenta--, le aclaró a Bernardo antes de que se atreviera a refutarle algo y le interrumpiera su conclusión: las aves son el claro ejemplo de que se puede vivir sin comodidades o lujos; excepto las gaviotas, ellas son muy oportunistas.

- Pero entiende que el hombre y las aves son dos especies diferentes. Ambas tienen un destino diferente (el oso era espiritualista) y obviamente no actuarán de la misma forma. Por ejemplo, ellas tienen la vista tan aguda que son capaces de percibir los rayos ultravioleta. Danielita, fíjate en los pajaritos y siempre están abusados, miran de un lado a otro, son aseados, ¿los has visto acicalarse? Lo hacen diariamente, pero ellos no necesitan agua para hacerlo…

- ¿Me quieres decir que las aves no necesitan abrir la llave de la regadera media hora para bañarse?, le preguntó totalmente sorprendida.

-Verás, ni si quiera lo hacen con agua: con su pico limpian sus alas, las cuales no sólo utilizan para volar, sino también para camuflajearse o identificarse. Y en cuanto a beberla, lo hacen usualmente pues no tienen glándulas sudoríparas. Por otro lado, lo que más me sorprende –confesó el oso—, es que las personas se llamen “cabezas de chorlito” siendo que las aves son muy astutas e incluso me atrevería a afirmar que son capaces de aprender: construir nidos, reproducir voz humana, cantar, hacer rituales de apareamiento… bueno, no creo que todo eso sea por instinto.

-¿Sabes qué me agrada de las aves, Dani? –una vez más intervino su madre--, son muy unidas. La mayoría del tiempo viven en bandadas y por lo tanto, logran sus objetivos más fácilmente. Y no sólo eso, su cohesión familiar es muy maravillosa: empezando por sus rituales de apareamiento y… --al percatarse que Dani aún no entendía ni siquiera la magia del beso--, prefirió callarse y refugiarse en la intercomunicación: “Las infidelidades para ellas son comunes: el punto es asegurar la concepción y perdurar la especie”.

Sin embargo, Danielita seguía pensando en la supuesta inteligencia del ave, a sus siete años con un día y ocho horas, creía que el raciocinio era el error del humano, el causante de todas sus desgracias. Por lo tanto, comenzaba a desilusionarse de las aves y ya no detestaba tanto a los espantapájaros.

-Sí mamita, sí me acabé la leche, le contestó.

Como no era la primera vez que le daba el avión, simplemente la abrazó, le dio un beso en la frente y le deseó un buen día frente a la puerta del colegio. “Cuídate, Dani… adiós Bernardo”, gritó mientras la veía entrar y notaba una pequeña arruga en la falda de su hija: “Otra vez está fallando la plancha”, pensó al irse.

-Arruinaste mi propuesta para salvar al mundo, ¿qué pasaría si el hombre fuera como las aves? ¡Nada! Todo seguiría igual de moderno, civilizado y horrendo…

-Dani, el hecho de que la razón humana sea la causa de que el mundo esté al revés ya lo hemos discutido hasta el cansancio. Digamos que “me dijo un pajarito” que la razón, a estas alturas, es una herramienta imprescindible para el hombre. Siendo que éste hace malo al mismo hombre, resulta básica para defenderse entre ellos. Las aves jamás se dañarían entre ellas por poder, dinero o…

-¡En eso te equivocas!—contestó inmediatamente antes de entrar a su salón de clases--, entre los machos luchan por el dominio y, ¿por qué crees que las gaviotas me caen mal? Son cleptoparásitas, se roban la comida de otras…

-¿De verdad?—pronunció totalmente desilusionado--, entonces… ¿qué nos espera con la futura primera dama? Diablos, al parecer, si los hombres fueran como las aves, todo sería igual o peor: el cielo estaría igual de jodi…, concluyó la mochila mientras le abrían su cierre para sacar el libro de Historia Bicentenario.
DULCE OLVERA

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