
Simple,
embelleciste el encuadre de la puerta
mucho antes de abrirla.
Bastaba saber que
en determinados tic-tacs
te vería
/ y así fue.
Mi modo de ver una puerta
jamás hubiera
sido tan detallado
si no fuera por vos.
La puerta se abrió:
el brillo de mi mirada lo dijo todo,
mi encuadre se limitó a tu sonrisa
/ sin dejar de percibir el resto
con el tacto de la emoción.
La proxémica entre vos y yo
se fue reduciendo
entre paso tuyo y temblor mío.
/ El momento careció de sonido y tiempo,
salvo los latidos de un corazón vertiginoso.
Al final,
me mostraste un encuadre
tierno que desconocía,
un beso.
El resto es indescriptible...
DULCE OLVERA
"El beso es un encuadre", mi profesora de Semiótica
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