Le advertí al corazón
que no la escuchara,
embriagarme en sus palabras resultaría desastroso.
Al alma le anticipé lágrimas antes
para que no la buscara.
/ el dolor se pudo evitar...
Le rogué a mi mirada
que no la contemplara perdidamente
ni mucho menos suspirara.
Le pedí de favor a mis manos
que no la acariciaran en los sueños.
Ahora es tarde:
alma y corazón
decidieron dejarse llevar
por la locura con aroma de mujer
/ ante su rechazo, ambos se ahogaron en desilusión.
Una desilusión que los llenó de vida.
DULCE OLVERA
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