viernes, 21 de mayo de 2010

Billetes de México...De la Serie Viva México (IV Parte II)




Como es sabido, el billete de 50 pesos mexicanos es engalardonado por uno de los personajes más representativos de nuestra historia. Sí, sí, aunque suene como clásico anuncio del bicentenario... es la verdad más absoluta. José María Morelos y Pavón fue un señorón; incluso yo lo colocaría en el billete de a mil y que Hidalgo vaya a ver si ya puso la marrana: Morelos, el del paleacate, luchó desinteresadamente por un México independiente.
¿Qué decir de su vida? Nació en Michoacán como todo un Jesucristo moderno: hijo de un carpintero y dado a luz a fuera de una iglesia. De igual forma, fue abandonado por su padre por los tan conocidos problemas familiares. Muchos aseguran que esa peculiar cicatriz en la nariz fue provocada en su época de vaquero (a los 14 años) al perseguir a un toro... gajes del oficio.
Tras habitar un tiempo la Cd. de México para estudiar gramática, regresó a su natal Valladolid para hacerle compañía a la ahora viuda y suegra de su mamá.
Creo que no debemos enfocarnos al hecho de que era sacerdote, aunque sí haya influído en mucho... pero, ¿por qué no mejor destacar sus deseos sinceros de obtener una patria soberana ahora que no había rey en España?
Es importante recordar que Chema fue alumno de Hidalgo, pero ya en la lucha, sólo se vieron una vez: en Valladolid, donde el calvo criollo le pidió que se encargara del sur. Especialmente, de Acapulco, pues, en ese puerto comercial le daban en la torre a España. Y dicho y hecho, agarró sus cachibaches y se dirigió hacia el sur donde iba reclutando soldados y personas que contribuyeran con el pan de cada día. Cuando tenía como 2000 hartos de la inépta España, se le unieron los hermanos Galeana. Luego dos compas conocidos más: Nicolás Bravo y Vicente Guerrero, el de las patillotas. Más adelante, su mano derecha, Mariano Matamoros, pero al pobre lo degolló un realista, ¡quién más!
Luego pasó lo más intenso para Morelos: el Calleja le estaba pisando los talones en Cuautla, donde el muy estratega, los comenzó a dejar sin comida ni agua y Morelos estuvo apunto de mandar al diablo todo. Es de saber que el famoso paleacate lo usaba para que sus migrañas constantes no lo torturaran tanto, pero con hambre y sin caballos, su cabeza iba a explotar hasta que... bueno, tal vez haya sido mito, el punto es que un vato de 12 años disparó un cañón por accidente o por su maestría en Cañones e hizo chuza con el ejército realista. Chema, agradecido hasta los dientes, le dio pa' su chesco y mandó una carta al futuro para que hicieran como 5 escuelas con el nombre de "Narciso Mendoza". Y órale, juimonos de aquí... sus ideales seguían siendo los mismos: "Déjenos establecer ya nuestro propio gobierno, ustedes (España) están invadidos por Francia y ya no hay rey que nos doblegue".
Después, tuvo sus aventurillas con una tal Paca allá en Oaxaca y la rellenó (léase con tono de chisme con voz de norteño) Pero después se acordó que tenía que hacerle memoria al ya difunto Hidalgo, sitúando Acapulco y se subió el cierre.
Luego pensó: "Chilpancingo suena bonito, ahí debe haber un congreso de diputados... " Y dicho y hecho, bla bla y publicó su famoso "Sentimientos de la Nación" donde yo destaco lo más bonito: "Sólo el vicio y la virtud distinguirán a un hombre". ¿Apoco no le salió bien chulo de bonito? Lo demás fueron cosas de fanáticos religiosos... Desde luego, lo que buscaba era igualdad y de patitas a la calle a la esclavitud. Eso le valió su título de Siervo de la Nación. Sus chalanes y él comenzaron a redactar una constitución copiando y pegando con el botón derecho del mouse a la de Cadiz porque según ellos, ya no eramos de España.
Las cosas iban tan viento en pompa que en una ocasión, como todo un Jesús, dejó a su rebaño por salvarle la vida a una de sus ovejas y los aprendieron en Puebla. Fusilaron a la mayoría y a los demás los llevaron como esclavos, en Realistilandia festejaban como locos. En cuanto a Morelos, lo juzgaron en la ciudad de México acusándolo de no haber respetado al rey y de haberle valido madres sus excomuniones. Y éste contestó casi casi: ¿cuál rey? El punto es que le hicieron el favor de volverlo a la vida, es decir, excomulgarlo diciéndole, entre otras pendejadas: "Como a hijo ingrato, te echamos de la herencia del Señor". ¡Ande pué! Estaban ardillas porque en la contitución de Apatzingán, declaró respeto a otras creencias, además de la cat... cató... ¡esa!
Pero desgraciadamente, le dieron en lo que más le dolía. Lo enviaron a la cárcel por hereje... hasta que le enviaron la carta que dictaba su fusilamiento (se dice que se enteró de eso un día antes de su aniversario como sacerdote, ¡cosas de la vida!) Lo trasladaron encadenado a Ecatepec, allá comió, se vendó los ojos y tomó un crucifijo esperando a recibir, en cualquier momento, un disparo en la cabeza...
Juzguen, ¿lo merece o no? Recordémoslo como el gran general admirado por Napoléon Bonaparte que luchó diariamente por un país, por una nación, por ese tal Viva México que tanto se repite en Septiembre sin pensar en todo lo que sufrió con su enfermedad en los campos de batalla y al ser humillado en su excomulgación... ¡besaría el billete de 50 si tuviera uno!


DULCE OLVERA

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