
No soy mucho de escribir y esas cosas. Lo mío es lo artesanal. No sé tejer como una buena abuela lo sabría, pero por qué todos los ancianos debemos hacer lo mismo. En fin, ese no es el punto. Pero es bueno mencionar que tampoco tengo un chonguito...
Les diré que conseguí una pluma en la recámara de mi nieto porque anoche estuve reflexionando demasiado sobre una peculiar pregunta que Dani, mi nieta, me hizo. Y deseo escribir mis hipótesis. No vaya a ser que luego se me olviden y no le pueda contestar cuando regrese de la escuela.
Resulta que ayer su novio "la cortó". Así me lo dijo. Lo malo es que lo hizo llorando. Eso ya no me dio ninguna gracia. "¿Por qué antes los noviazgos duraban más?, ¿Por qué tú viviste tanto tiempo con mi abue y mis papás se divorciaron tan pronto?" Me cuestionaba mientras yo le acariciaba su cabecita apoyada en mis piernas. Quisiera haber tenido la fuerza de hace 30 años para poder cargarla y abrazarla completamente o que ella tuviera el tamaño de hace 19, para poder mecerla sin esfuerzo y con mucho amor. El amor se pudo, la meceada no.
¿Por qué?... porque antes eran otros tiempos. Lo siento. Tenía que empezar así o una anciana no estaría escribiendo esto. Con la mano derecha. Era zurda de nacimiento, pero papá creía que eso era del demonio y me obligó a usar la "mano buena".
Eran otros tiempos. Antes, mi querida Dani, yo me veía con tu abuelo una vez por semana. Máximo dos. Íbamos a la fuente del centro del pueblo o caminábamos alrededor del río. Después, me dejaba en casa suspirando sus besos, palabras y ojos durante una eterna semana. Él quedaba igual... con ganas inmensas de verme, acariciar mi cabello o tomar una mallteada juntos. Pero debía aguardar siete días enteros.
Nosotros no podíamos preguntarnos por "mensajito" llegaste bien o te amo, 15 minutos después de vernos. Sólo imaginábamos mutuamente en qué estabamos pensando. Tampoco con sólo "conectarme" podía hablar con él y dejar de extrañarlo.
Antes sí escribía mucho. Y le escribía a él. Cartas y cartas. Yo solía recibir de él una cada mes. Nuestro día era el 3. Pero luego la paloma mensajera se demoraba hasta el quinto día. No importaba, sus letras lo valían. En cambio tú, recibías de él "comentarios del face", ¡diario!
No sé si eso fortalezca aún más al amor o todo lo contrario, lo desgaste, lo haga aburrido, cotidiano... Al menos, yo estoy tan segura como que respiro, de esto último.
Si tu abuelo y yo hubiésemos platicado y vernos casi diario, etc, etc quizá las cosas hubiesen sido muy diferentes y nuestro amor infinito hubiera llegado a quitar el "in". Cuando uno necesita, se siente vivo. Cuando uno extraña, aprecia. Cuando uno espera, llora cuando llega. No lo sé Dani. Tal vez sea una anciana loca... pero es lo que yo puedo contestarte. Te sugiero pregúntarle a tu mamá. Dos opiniones siempre son bien recibidas...
DULCE OLVERA
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