martes, 13 de julio de 2010

La Divina Comedia (versiòn mexicana siglo XXI) Capìtulo 7


INFIERNO

Pedro y Dante mexicano aún no terminaban de compadecer a aquellas almas del séptimo círculo, cuando nuevos espítirus comenzaron a rodearlos sin apartar sus fuertes miradas sobre ellos. Y después de echarle bronca a Dante mexicano por su apariencia de habitante de la Tierra, le cuestionaron sobre el estado actual de su natal Distrito Federal.

-Es preciso decirles que, aunque parezca imposible decirlo, México está peor que en el famoso 1988, cuando ustedes aún no sabían de la existencia de la palabra castigo. Con decirles que se volvió a "caer el sistema" en el 2006 y el cabrón que nos pusieron... nombre, ¡díles Pedro!

Pedro sólo les contestó con un gesto que bastó para que las almas se miraran mutuamente, como cuando se oyen cosas que se tienen por verdaderas.

Ante tal momento, ambos se alejaron, dejando a los otros muy reflexivos, rumbo al lugar que el ruido en aumento del agua los conducía. Era el final del séptimo círculo, donde los ojos de Dante mexicano se toparon ante una figura que causaría espanto al corazón más entero. Era una fiera peluda.

-A fin de que adquieras una completa experiencia de lo que es este recinto, anda y examina la condición de aquellas almas. Mientras vuelves, hablaré con "la Maestra Elba Esther", chinga, perdón... con esta fiera para que nos dé un "ride" en sus fuertes espaldas.

Dante mexicano, continuó andando para, entonces, percibir el dolor que brotaba de los ojos de aquellas almas que, como perros hastiados, se sacudían la candente arena que les molestaba. Más recordó a la Gordillo. Ante tal situación, optó por salir corriendo hacia su guía para montar su nube voladora improvisada. Ya que por ahí no se baja sino por escaleras de esta clase. Ya montados, cómo hubieran querido decirle "Ten cuidado de sostenernos bien", pero en manos de un favor, nadie se puede poner roñoso.

No se sabe qué más le producían mareos a Dante mexicano, si el aterrizaje en círculos que la fiera daba sobre el abismo o los lamentos que escuchaba de allá, donde abundaban ciertas llamas.

Aquel lugar no tiene otra explicación que: un pozo profundo con 10 recintos. Y por lógica, después de pagar el taximetro de la fiera, Pedro y Dante se aproximaron al primero. Si se imaginaron unos cuernudos demonios torturando con latigazos a las desdichadas almas, tienen toda la razón. Sino, pues, no.

A lo lejos, un malnacido le hizo a un demonio gritar: "Avanza rufián, que aquí no hay mujeres que se vendan". Dante escuchó más el latigazo que el "rufián". Pero aún así cuestionó a su guía.

-En este margen, ilústrame, ¿están los seductores...

-¡Los viudos negros! Aunque también almas de mujeres así deberían estar recibiendo la furia del látigo. Ahí tienes a la mamá de la "Mataviejitas", de escuincla, la vendió a unos señores a cambio de un Six de chelas. ¿Por qué crees que odiaba tanto a las pobres ancianas?

-¿Esa asesina que se hacía pasar por enfermera y, después de hacerles una encuesta falsa en las casas de las viejitas, se las sonaba?

-Esa mera. Pero aquí sólo castigan a los tipo Bobby Larios...

Tras un silencio incómodo por tal comentario, notaron la segunda fosa de aquel pozo. Definitivamente, no se podía ver su fondo; estaba lleno de moho. Y cuando Dante iba cuestionar sobre tal peculiar e incómodo olor, se calló al mirar ciertas almas sumergidas en su propio estiércol.

-Así se castigan a los aduladores -comentó Pedro- Qué bueno que no eres mujer porque sino, todos los que te hayan echado un pirópo mientras pasabas frente a sus ya difuntos ojos, deberían estar aquí con la lengua llena de suciedad por habladores.

- ¿Y los de allá de la tercera fosa? Cambió de conversasión al sentirse ofendido.

-Los tarados que sacaron su buena lanita en nombre de Dios...

-Ah, mira tú. Y, ¿aquellos de más para allá?

-¿Los pobres pendejos que están incendiándose eternamente desde la punta de los pies hasta sus piojos? Esos espíritus en llamas son de la cuarta fosa. Pregúntales qué hicieron...

-No es necesario que nos preguntes. -Aclaró una alma triste- Nuestra avaricia y codicia nos tienen justamente pagando estos suplicios.

Dante, cuidándose de no quemarse sus deditos, se acercó lentamente para señalarlos y gritarles que cómo se atrevían a pisotear a los buenos y ensalzar a los malos simplemente por su oro. Pedro lo tomó de los dos brazos y lo condujo a un puente que los cruzaría a la quinta fosa. Dante les seguía reclamando desde lejos como si las almas-fuego no le hubieran regresado su cambio de $15.

Pedro sabía que Dante mexicano, en cuanto viera a las almas en pena de aquella fosa, se callaría la boca por un buen rato y, así fue, precisamente.
Personas llorando en silencio caminaban con aquel paso lento de alguien que sabe ha hecho un gran mal. Eso o, el hecho de estar torcidos, es decir, la cabeza hacia sus espaldas, no les permitía avanzar con seguridad.

Si alguien aún no entiende muy bien lo que es una paradoja, parajoda o viceversa, el castigo de estas almas es un gran ejemplo. Al fingir ser adivinos en su corta vida, ahora, por haber querido ver demasiado adelante, miran hacia atrás por el resto del universo.

-Pobre Madam Zazú, pobre Walter Mercado, pobre bola ocho, pobres galletas de la fortuna...

-Pobres aplicaciones del Face, ¡wey! Lo calló su guía.

- Mmm... ta. En parte está bien, ¿no? Viejas tranzas...

-Pues sí, pero a veces es divertido que te lean el café.

-¡Pero que no te cobren por esas mamadas! Dijo Dante mentándoselas con el clásico movimiento del codo.

-Touché. Es que pobre gente desesperada que se cree que todas las adivinas son como la negrita de Ghost, la sombra del amor.

Hubiesen seguido discutiendo eso en camino a la sexta fosa, cuando la sombra de un diablo negro los detuvo.

-Pa' esa fosa no hay paso. Dijo con voz de poli de frontera. De esos que no disparan a niñitos de 14 años nada más por sus huevos.

-¿Y ahora? Es mi deber llevar a este vivo hasta la presencia de tu jefe, ¿cómo la ves?

-Te creo Pedrito, sino no hubieras podido llegar hasta acá. Te ofrezco a mis carnales, el Scarmiglione (que arranca los cabellos) ahí tienes al Malecoda (cola maldita) al Confi... digo, Cagnazzov (perro malo) Estos weyes te pueden acompañar por otro atajo.

Sin más remedio y con todo el miedo del infierno, siguieron a aquellos demonios nada agraciados que comentaban entre ellos, ¿Quieres que le pinche la rabadilla? Pero qué podían hacer. En la iglesia con los santos y en la taberna con los borrachos. Esos comentarios y además, pecadores saliendo como delfines dentro de un hervidero, no hicieron muy ameno el camino.

Finalmente, los demonios no se aguantaron las ganas y trataron de atacarlos. De esa forma, la mamá que Pedro llevaba dentro, salió de su ser y protegió a Dante mexicano cual hijo hasta que cayeron a las sexta fosa y los diablitos no pudieron hacer nada. Ya no era su territorio.

Eran tierras de almas que vagabundeaban cubiertas de capas doradas por fuera y llenas de plomo por dentro. Es necesario aclarar que su peso, comparado con la torre Latinoamericana cargada con el índice en una noche de copas, no es nada. De modo que los hipócritas pagan sus culpas de aquella forma, no pudiendo caminar más rápido que un caracol en sus mejores tiempos.

Pedro tuvo que aclararle a Dante mexicano que aquél clavado en el suelo, pisado por todas las almas que pasaban sobre él, era Caifás. Ese sacerdote hipócrita debía soportar el indescriptible peso de todos por cometer uno de los peores crímenes: aconsejar a los fariseos que era necesario hacer sufrir al "Hijo de Dios". El revolucionario nazareno que sabía que la justicia era digna para todos y que luchó por divulgarla.

Caminando rumbo a la octava fosa, Dante se rebeló sin causa y se sentó. Realmente estaba agotadísimo. Una profunda sed invadía todo su cuerpo.

-Levántate Dante, ya hemos llegado a la estación Tezozomoc y ¡aún nos faltan dos círculos!

Bastó eso para que, en unos segundos, Dante y Pedro se encontraran en el obscuro octavo margen. Donde horribles serpientes de todo tipo impedían mirar hacia el suelo. Lo único que miraron fueron cientos de almas correr desnudas en busca de un refugio donde no pudieran ser picadas por dichos reptiles. Una triste alma, cerca de ellos, no corrió con tal suerte y experimentó la sensación del poder de una serpiente, lo cual le hizo incendiarse hasta ceniza y volver a resurgir de la nada en espera de otro picotón.
¿Qué cosa pudieron haber hecho esos espíritus para merecer ser Fénix? Robar y no recibir castigo. Si el karma no existe, las serpientes, sì. Si las fianzas existen junto con los millonarios hijos de juniors, los picotones venenosos, también.

De la siguiente fosa, no me gustaría comentar mucho. Mi sangre hierve. Mi piel se pone de gallina. Lo imposible se vuelve posible. El infierno es realmente el infierno. Me refiero al hecho de que Dante mexicano y Pedro vieron cambiarse y metamorfosearse dos naturalezas: serpiente a hombre. Y si mi lenguaje no es florido, sírvame de excusa la novedad del caso.

-No puedo creer que siendo inmenso el infierno, me haya ecnontrado a tantos mexicanos... Comentó Dante muy decepcionado.
-Alégrate, México, pues tu nombre es muy famoso en el infierno. Gritó a los aires el guía.

La siguiente fosa, ya de las últimas de este círculo, cubría almas envueltas en fuego. Dante las miraba desde el puente que los llevó hasta allá cual niño de 4 años viendo a un oso en el zoológico.

-Dentro del fuego están los espíritus, cada uno revestido de la llama que le abrasa. Dijo Pedro.
-Oh, guía tus palabras han hecho que me cerciore de lo que veo. -Contestó sarcásticamente- Pero dime algo que no sepa, ¿qué pecado han cometido para sentir al elemento más ardiente y cruel dentro de ellos?

-No hay nada peor que actuar bajo el efecto de la ira... dime quién no se ha arrepentido de lo que ha dicho o hecho.

-Representan la misma ira en ellos, literalmente, son llamas parlanchinas...

Sin más comentarios, es preciso narrarles la fosa de los que introducen la discordia. ¿Quién podría jamás, ni aun con palabras sin medida, por más que lo intentase muchas veces, describir toda la sangre y las heridas que se ve ahí? Almas cargando sus propias víceras, con corazones latiendo vistos sin necesidad de rayos X. Nadie allá en el planeta Azul, volvería a ser tan víbora si supiera que su órganos serán picoteados cada momento por espadas de demonios dispuestos a hacerte arrepentir por cada letra parte de una palabra que formó una frase que destruyó la felicidad de alguien más.

-TVNotas, Ventaneando, La Oreja... ¿de modo que así terminarán?

-De modo que así terminarán sus chismes, mi estimado Dante.

Y de tal modo se henchían de lágrimas los ojos de Dante que hubiese dado todo por poder detenerse a llorar. Chismosos o lo que fueran, verlos tan mutilados, era horrendo. Pero el tiempo les pisaba los talones y aún quedaban varios kilómetros de Infierno por recorrer.

La décima y última fosa de este círculo corresponde a los falsarios. Dante mexicano no hizo mayor comentario al descubrir quiénes eran los que, desesperadamente, se rascaban hasta arrancar su piel por la terrible rabia de la comezón que sus mentiras habían provocado: todos aquellos integrantes del IFE. Gracias a sus falsas palabras hacia el pueblo que tanto depositó su confianza en ellos, nos impsusieron a un "hombre" como presidente, siendo que el pueblo había elegido a otro. No importando las centenares de marchas contra semejante cínica injusticia. No importando los millones de mexicanos furiosos, frustrados, tristes, desespcionados...

Ni todas las boletas electorales formando una manita para rascar (esas que venden en los altos) alcanzarían para que ellos pudiesen volver a decir: "Ah, qué rico, ya se me quitó la comezón". Esa comezón la sentirán hasta que a cada mexicano se le quite la piedrita del zapato por tan atroz fraude y falsaria.

DULCE OLVERA

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