lunes, 12 de julio de 2010

La Divina Comedia (versiòn mexicana siglo XXI) Capìtulo 6


INFIERNO

Al séptimo círculo nos introducimos al mencionar al guardián de éste, es decir, la raza de los Minotauros (mitad hombre, mitad toro) Los cuales, al ser enterados de que el vivo, alias Dante mexicano, estaba ahí por órdenes de allá arriba, se les bajaron los humos y le permitieron seguir adelante.

Incluso, uno de ellos fue elegido para guiarlo, junto con Pedro, por todo el 7º círculo, el cual también se divide en 3 subcírculos rodeados por un río de sangre. Donde, por palabras del Centauro guía, las almas sumergidas en él están condenadas al gemido por sus pecados a los que su infinita violencia los condujo.

Al llegar al segundo recinto, Dante mexicano se enteró que el creador de su sueño (su mente) era capaz de construir un bosque lleno de arpías con cara de humanos, donde sólo se oían lamentos, pero no se veían a sus dueños.
Cuando Dante mexicano tomó una rama de aquellas plantas, por recomendación de su guía, pudo escuchar:

-¿Por qué me tronchas? Hombres fuimos y ahora estamos convertidos en troncos: tu mano debió haber sido más piadosa, aunque fuésemos almas de serpientes.

Dante nunca se imaginó, ni en su peor "viaje", presenciar aquella escena. Ver a una insiginificante ramita hablar... lo que le hizo tirarla al suelo para no verla más sangrar.

-Oh, misterioso individuo, no me desheches de esa forma. Cuídame, no quiero ser deborada por aquellas arpías. Ellas qué saben de mis razones por las cuales yo misma me he quitado, lo que jamás volverá a mí, la vida.

Finalmente, llegaron al tercer recinto. El espacio estaba cubierto de una arena árida y espesa. ¡Oh venganza de Dios! ¡Cuánto debe temerte todo aquél que se imagine lo que se presenta ante mis ojos!
Almas desnundas lloran miserablemente. Unas yacen de espaldas en el suelo, otras caminan alrededor del círculo donde abundan grandes copos de fuego. Como diría mi abuelita, quién les manda haberse comportado tan violentamente contra Dios, la naturaleza o la sociedad.

-Me parece que todos los unidos al Greenpeace descanasarían un poco al ver cómo son castigados todos aquellos que atacaron a nuestra amada Madre con sus excesivos y avariciosos fabricamientos de porquería y media. Todo aquél inconciente que tiraba basura y después se quejaba de inundaciones en su colonia. Ya era hora de conocer a estos inhumanos que, por todas las estupideces que hicieron en su juventud, ahora nosotros la pagaremos con escacez de agua y cambios climáticos impresionantes el resto de vida de la Tierra...

-Los del Greenpeace y todos los animalitos que han sufrido de manera tan atroz estos daños hacia el ambiente. Contestó Pedro, listo para avanzar al octavo círculo antes de llegar, en la realidad, a la estación Ferrería.

DULCE OLVERA

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