sábado, 21 de agosto de 2010

Mi persona entre 6 mil millones...


ITINERARIO DE UNOS OJOS

Déjeme decirle
que ayer, hoy y siempre
yo amo a la persona de los ojos negros.

Yo la cuido la mimo la consiento
la abrazo la divierto le sonrío
la espero la añoro la vuelvo a abrazar
y la vuelvo a esperar.

Sin embargo, se lo juro
ayer, hoy y siempre
yo salgo ganando...
la persona de los ojos negros sonríe
y podría morir en ese momento.

La persona de los ojos negros me sonríe
y no muero, vivo por primera vez.

ITINERARIO DE UNA BOCA

Resulta que sus ojos negros
no son todo lo que la persona puede poseer.
Claro que su color la hace única,
pero esa diferencia no la excenta del oído.


Los labios no se mencionan
hasta que ellos lo hacen por sí solos.
Lástima que no lo sepan hacer
y hagan escuchar a la persona de los ojos negros
cosas que jamás debería.

Así, no tengo otra opción
más que sonreír para complementarnos
aunque me esté muriendo por dentro.

ITINERARIO DE UNOS HOMBROS

Sus ojos brillan,
sus labios igual.
Sin embargo, en sus hombros
no logro ver algo positivo...
un "no sé" es indescriptible.

La persona de los ojos negros
ignora si me ama,
si está acostumbrada a mí
o si no tiene el valor de alejarse.

Yo le beso tiernamente el hombro izquierdo
para inmovilizarlos y aclararle sus dudas,
pero el derecho evita el beso correspondiente.

A veces,
las palabras de los labios
hieren menos que la de los hombros.

ITINERARIO DE UNOS BRAZOS

Ayer por la mañana, tomé un lazo
del tendedero por ser lo único disponible
y amarré mis brazos a la silla rota del comedor.

Algo me decía que si no estaba rota,
me escaparía.
Lo roto fue el lazo y huí.

No di dos pasos fuera de la puerta
cuando me desvanecí. No caí.

Mis brazos y yo sabían que
ese día no podrían abrazar.
Acaso me importó un cacahuate,
en el piso comencé a abrazarme
fuerte, tan fuerte como cerré mis ojos.

En posición fetal comencé a añorar
a la persona de los ojos negros
hasta que me percaté que no pude ver
el respectivo cambio de colores del cielo
dependiendo de la hora del día.

Ya era de noche cuando volví a entrar a casa,
comí un pan duro y me senté en la silla normal.

Así esperé el amanecer,
pero los nuevos rayos de sol
me dijeron que hoy tampoco podía abrazar.

Entonces sí lloré...
Ahora le ruego que le diga
que yo solicito un abrazo.
Que no me lo dé si no quiere,
pero que al menos me dé el No.

Ya no más ausencia de la persona de los ojos negros...

ITINERARIO DE UNAS PIERNAS

Cuarenta y cinco cielos rojos
que he visto sentada desde aquí.
El cuarenta y seis lo apreciará
la silla sola.

Desde hoy, he decidido
ignorar a los brazos y acordarme de mis piernas.
Cuando me paré,
volví a desvanecerme, pero esta vez supe pararme a tiempo.


Cuando salí en bicicleta
por aire y nada más,
la persona de los ojos negros se cruzó en el camino.

Resulta que sus ojos son cafés.
Resulta que el brillo se lo daba su oscuridad,
resulta que ya no la miro con los mismos ojos.
Mis ojos continúan siendo cafés.

Sus ojos me miraron,
sus labios me sonrieron,
sus hombros me permitían besarle,
sus brazos rogaban un abrazo,
sus piernas estaban dispuestas a quedarse a mi lado...

Mis piernas continuaron pedaleando,
esa persona ya no era mi persona.
DULCE OLVERA

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