
Dado que el gato era el único en saber la verdad, me citó a las 3 en punto frente al reloj del parque para narrarme cómo realmente pasaron las cosas. Mi tarea, comunicarlo a los demás. Después de todo, ¿quién podría creerle a un felino? Al ser yo la excepción, me digné a llegar cuatro minutos tarde, mas no se molestó. Y si lo hizo, lo disimuló muy bien. En fin, le cumpliré mi promesa. Contaré detalle por detalle para que todos se percaten que el niño Carlos no está loco. Todo fue un malentendido. Y joder, mi café ya se enfrió.
Resulta que todo el pueblo creía que el pequeño había sido atacado por el diablo o alguno de sus cornudos ayudantes. Castigo "bien merecido por los pecados de su padre", decían los hombres entre lavadero y lavadero, y entre vaca y gallina, las mujeres. O creo que al revés. Pero pobre señor Gonzálhez, (de verdad lleva una h) ¿qué pecados puede tener un manco? Tal vez ese sea su verdadero castigo. Y razones no existan más que la existecia de la sierra eléctrica y el no saberla usar. Sin embargo, la gente siempre goza atribuir todo a los pecados. Debo aclarar que El gato no mencionó esto, pero yo quise comentarlo. Total, no sabe leer y jamás se enterará de todo lo publicado de más.
En fin, una disculpa por alargar tanto un simple: creían a Carlitos endemoniado simplemente porque 'habló con Porfirio Díaz'. Sí, el famoso dictador, general y bigotón. Ante este rumor, en pueblo, ciudad y barrio, todos pensarían lo mismo, no hay duda. ¿Usted la tendría? "El pobre niño está loco por los pecados de su padre el manco", repetiría. Por suerte, el gato no es humano y sin prejuicios u otras ocurrencias, pudo presenciarlo todo como se debe y punto.
-Esa noche, Carlitos sí habló con Díaz -comenzó a decirme desde la banca del parque- Yo estaba cerca de su cuarto peleándome con una bola de cabello seguramente de su madre. Debo confesar que sólo escuché. Jamás los vi. La puerta estaba cerrada. Pero juro que eran dos voces. Dos personas, pues. Carlitos y don Porfirio, ¿vale?
-Supongo...
-Supones bien -me dijo más seguro que antes- Desconozco por qué el general escogió a un niño para platicarle su vida casi cien años después de haberla transitado. Carajo, un muerto frente a la cama de Carlitos. ¡Y qué muerto! ¿Por qué no Guadalupe Victoria o el mismísimo Zapata?
-Bueno, Díaz fue el origen de todo el arguende de la Revolución. Estamos en noviembre... todo concuerda. Zapata también embonaría, pero fue asesinado, ¿comprendes? Esas almas pasan a otro nivel cósmico y quizás se les complica más volver al mundo de los vivos... Carajo, no sé exactamente. Pero dime, ¿de qué tanto hablaron?
-Diría que fue un monólogo. Carlitos sólo balbuceaba cosas que no logré entender. Para qué te invento. Pero no sabes, la vida de ese señor fue toda una odisea.
-Yo sólo lo identifico como el cabrón que fue presidente un montón de veces y punto. Ya sabes, como la mayoría...
-Sí, lo sé. Tal vez precisamente por eso vino a aclarar otras curiosidades. Soy de la idea de que nadie es malo del todo. Y dudo mucho que sus Memorias hayan sido leídas por muchos...
-¿Existen?
-Así es. Pero te digo, uno siempre sólo se enfoca en lo negativo y...
-Bueno ya, cuéntame qué pasó esa noche.
-Oh, claro. Prácticamente, Díaz estuvo durante toda la madrugada charlando con el niño. Escuché cada cosa. ¿Sabías que sabía latín? ¿Que su padre estuvo en el ejército de Vicente Guerrero? Por cierto, lo dejó huérfano desde los tres años...
-Mierda gato, ¿y eso qué? Eso no le quita que durante su gobierno, haya beneficiado tanto sólo a la clase alta y chingado a los chingados.
-Calla. Ahorita llego a eso. ¿No te gustan los datos curiosos? Enriquecen la vida... o algo por el estilo. Por ejemplo, se casó dos veces. La primera vez con una sobrina. Y ya ves, la naturaleza se los recalcó: sus tres primeras criaturas se murieron peques. Luego vino la parejita. Pero joder, con el parto de la niña, la mamá se debilitó y tsss. ¡Viudo el Porfi! -emocionado decía el gato- Todas estas cosas pasaron mientras anduvo entre los balazos de la Guerra de Reforma y la Intervención Francesa y otras por ahí. Bueno, hasta a la cárcel fue a dar. Pero se escapó de volada: se hizo cuate del guardia.
-Ajá, pero...
-Sí, ya sé. Realmente salió de ese agujero con cuchillo y cuerda, pero el punto es que el vato no lo detuvo. Le dio chance. La amistad es la amistad, ¿ves?
-¡No! No te iba a decir eso. Mira gato, si me trajiste aquí sólo para...
-Paciencia. Ya voy a tu adorado Porfiriato. Saltémonos la bilis que sacó por culpa del Benito Juárez y su compa Lerdo de Tejada que no lo dejaron subir a la silla hasta que armó su revolución de Tuxtepec. Pero para esto, el don ya había descansado un tiempo en su hacienda... ¡pará, pará!, ¿te conté que lloró tratando de dar un discurso en defensa de los derechos económicos de los militares? Mi buen Porfi, "se me trabó la lengua y me ganó el sentimiento, nunca fui bueno para la oratoria", le confesó a Carlitos. Me cagué de risa, pues.
-Ahora resulta que te burlaste de un muerto...
-Algo así. En fin, para oreja. Un gato, ¡qué iba a saber que sí hubo un presidente entre su dictadura! El buen Manuel González. ¿Lo sabías? Vaya, no me importa. Ahora ya estás enterado. Y quiero que esto lo escribas en mayúsculas. No, no. Mejor resalta que era manco. No, espera. Lo que debe verse más es que para hacerlo a un ladito y volver al poder, el Díaz hizo que se corriera el rumor que SER MANCO LE DABA MÁS APETITO SEXUAL. ¡Caramba!
-¿En mayúsculas?
-Pero por favor. Y después rió por varios minutos.
-¿Qué mencionó de su gobierno? Le pregunté al ver que logró reincorporarse sobre sus cuatro patas y caminar a lo largo de la banca.
-¿Te importa en verdad? Eso ya pasó, ¿ves? Positivismo. Orden. Paz. Impulso a la ciencia, cultura, industria... sus famosos ferrocarriles, blabla. ¿Sabías que su segunda esposa lo cambió en todos los sentidos? Desde modales hasta carácter. El amor, el amor...
-¿Pero reconoció que lo cegó el poder?
-No recuerdo haber escuchado algo por el estilo. En fin, anda y ve. Decí a tu pueblo en pleno siglo XXI que el diablo no ha pasado por acá. Que un gato está de testigo que Carlitos y Porfirio Díaz mantuvieron una conversación el martes pasado. Salva el alma de esa pobre criatura junto con la tranquilidad de su familia. Después de todo, son mis amos.
Antes de que pudiera contestarle algo, el bendito felino saltó hacia los arbustos y lo perdí de vista. Me senté en la banca a pensar qué haría. Finalmente, decidí callar y no parecer el abogado del diablo ante esta gente conservadora. Y heme aquí escribiendo una conversación con un gato hacia nadie en especial. Punto final.
Nota del autor: Dos semanas después de escribir esto, me encontré al señor Gonzálhez en la tiendita del pueblo. Tras una larga charla, logró aclararme que aquel martes, Carlitos tenía una fiebre altísima. Unos 40 °C. Desde luego, estaba delirando. Sin embargo, lo que escuchó el condenado gato fue la voz de su hermano Jorge, quien le estaba leyendo lo primero que encontró en una revista que trajo del autobús: había venido desde Durango -lugar donde vive y por eso el felino, al no conocerlo, lo confundió con Díaz- para visitar al enfermo.
Obviamente, ese "primero que encontró" era un reportaje sobre Porfirio Díaz. Por lo tanto, el único endemoniado aquí soy yo. Mira que charlar con un gato a las tres de la tarde...
DULCE OLVERA
1 comentario:
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