lunes, 8 de noviembre de 2010

Reflexiones de una planta


Tengo un serio problema, no recuerdo el nombre que mi ama me puso. Las plantas no estamos tan acostumbradas a que nos hablen, mucho menos a ser nombradas. Empieza con I. En fin, mi intención era presentarme, pero dada la situación, favor de ubicarme como "La planta con maceta de Rana". Aunque no cualquiera, es una rana que ha decidido darle la espalda al mundo y mostrar sólo su canasto. En decisiones de anfibios, mejor no meterse.

Mi ama tiene un pasatiempo: observar a las personas. Lo hace en cualquier lugar. Pero me ha dicho que el sitio predilecto es un vagón del metro: "Es como un mundo con muchos mundos dentro". Creo que se refiere a cada cabeza de los pasajeros. Sin embargo, hoy llegó de la escuela y no me ha saludado. Sólo vino a sentarse al escritorio con una mirada totalmente ida.

-La vida puede verse de tantas formas -finalmente dijo- ¡Percepción!, ese concepto se ha vuelto una seria obsesión para mí.

Volvió a callarse. Aquel silencio duró varios minutos hasta que decidió desahogarse conmigo. Me narró cómo notó dentro del metro tres formas de ver la vida. La de una tortuga dentro de una bolsa de plástico, la de un guitarrista y la de una niña triste. La primera, aun encerrada, parecía tranquila. Disfrutaba verse reflejada en el agua. La bolsa la sostenía la acompañante del guitarrista, un individuo que, a pesar de que el transporte venía parándose una y otra vez, usaba el tubo para sostenerse como dicho instrumento musical. Cada acorde de la canción que traía en sus audífonos lo emocionaba más y más. Finalmente, la niña cabizbaja resultó ser mi ama: se vio ella misma reflejada en la ventana. No pudo soportarlo.


Me gustaría poder decirle que para criticar y juzgar a los demás, primero debemos autoconocernos. Pero no puedo: no recuerdo mi nombre.


DULCE OLVERA

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