lunes, 27 de diciembre de 2010

Scooby Doo por Pac man a las cuatro de la tarde


Voy en la micro rumbo a casa. Sé que la señora de enfrente muere por saber por qué demonios me falta el tenis derecho. Haber tratado de ocultar mi calcetín de Scooby Doo entre el asiento no funcionó. La historia es corta, pero desearía que fuese larga para no tener que contársela. Así que opto por disimular, veo hacia la ventana y momentos después, me percato que la señora ya se ha bajado. Y a la niñita que ocupó su asiento dudo mucho que le interese. Es escuchar mi historia o "jugar" con el iphone de su madre. Estiro mis deditos del pie descubierto. Del otro también, pero como es el normal, qué importancia tiene mencionarlo.

He llegado. Me paro, compermiso, comperm... hijo se su puta madre, me pisó. ¡Bajan! Camino dos calles, evito las piedritas y piedrotas, saludo a la vecina (a la que le envenenaron su gato por mión) abro la puerta y... justo lo que no quería. Mi papá sentado en la sala leyendo su libro de metafísica. Hola, y mueca aparentando sonrisa. Cierro la puerta. Al "cómo te fue" un "bien, bien". Pero a dos pasos, el "¿Y tu tenis del pie derecho?" no tiene una respuesta inmediata. Callo unos segundos. Y no, no se me hacen eternos como las películas dicen. Ya hubiese querido. Así habría podido inventar cualquier cosa en vez de ponerme a llorar en sus piernas durante media hora mientras él acariciaba mi cabeza y ponía el separador en la página 83.

Desde luego, no lloré por mi tenis perdido. Por suerte, tengo otro par. La verdad de todo es que dos horas antes de la señora de la micro, de la niña con el iphone y de las piedritas, yo estaba sentado en la fuente del parque. Esperaba a Andrea. "Necesitábamos hablar" o todo se iría al caño. Por lo tanto, estaba tan jodidamente nervioso que comencé a dibujar pacmancitos en la punta del converse. 20 minutos y no llegaba. Así que me quité el tenis para poder dibujar los fantasmitas en las esquinas. Se veía raro al ser tinta azul. Cuando el reloj me dijo que ya había demorado 34 minutos, no pude evitar mirar hacia lo lejos con la esperanza de verla acercarse y entonces sí, cagarme de miedo.

El problema es que me cagué más aún cuando la vi cerca del globero, mirar hacia la izquierda, luego a la derecha, "no ver a nadie" y alejarse. Comencé a perseguirla. "Andrea, Andreaaaa. Por aquí". Pinches nervios, lo que provocan hacer. Andreaaa. Y Andrea no volteaba. Cuando agitadamente le toqué el hombro, el "Hola, estaba en la fuente" se convirtió en un "...uta, perdón. Te confundí". Cuánto corrí. No podía ni enderezarme. Así que, tratando de recuperar el aire, vi mi calcetín en vez de un tenis con pac man tragando fantasmitas azules. "Carajo". No corrí, pero caminé aprisa. Andrea pudo haber llegado a la fuente y yo persiguiendo sin un tenis a una desconocida en medio de un globero y cuatro pendejitos practicando parkour.

Cuando llegué a la fuente, ni Andrea ni tenis. Ya eran las cuatro... no llegaría. Me senté casi llorando y miré a mi tenis. "¿Ya ves? Por pendejos nos quedamos solos". Sin embargo, si papá hubiera escuchado esto en vez de mis lloriqueos, me hubiese contestado:

-Pendejos suena a manada. Aquí el único pendejo fuiste tú...

DULCE OLVERA

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