Desesperada,
corrí al desierto a recolectar
un saco lleno de arena
/ no se me ocurrió que en la playa también había.
No busco otra cosa
más que rellenar aquel reloj
porque sé que el último granito cayendo
será un tú (nunca más).
Lamento ir contra el destino
que has decidido ponernos a las dos
/ porque mi destino es necesitarte
necesidad de cuidarte, de quererte
no de que me cuides ni que me quieras /
Caí deshidratada a las dos horas de caminar
cargando el costal y todas las palabras acumuladas
que frustradamente no he podido susurrarte.
Segundos, minutos o días después,
Colibrí se acercó y esta vez él me dio un mensaje tuyo:
Aseguró que ya no me querías,
que de igual forma, deseas que aquel día nunca llegue
/ yo porque no volveré a verte
tú porque tendrás que verme /
No le creí,
los Colibrís sólo dicen una sola verdad,
así que te lo mandé de vuelta;
Colibrí, ve y dile que la quiero...
DULCE OLVERA
Mi apóstrofe no tiene otro nombre más que ese, el tuyo...
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