viernes, 4 de marzo de 2011

Apóstrofe IV: Amanecer


/Desperté...

sí, desperté.

Tenían razón los que dicen tenerla;

(el) mundo no se acaba sin ti...


Sin embargo, mi almohada, las sábanas

y parte de mí estaban cubiertas de sangre:

me quedé dormida
abrazada del reloj de arena

y lo he quebrado

/ ya estaba resentido ante tanta espera,

no me culpes del todo.


Ya no tengo nada qué perder

/ he perdido la cuenta de cuándo te veré

cuándo me verás

cuándo escucharás mi petición de ser escuchada

y cuándo me dirás Adelante, te escucho.


Ya no tengo nada qué perder,

/ ese día jamás llegará

(la arena me ha cubierto de nuevo)

esta vez no es contra mí,

es a mi favor: no quiere que vaya a verte
ni mucho menos a articular media palabra /

Sabemos que ese día significa un nunca más;

y para mí, con sangre o no,

ese condenado adverbio, sustantivo, ¿artículo?

no existe
/ aunque ya debería irlo agregando...

DULCE OLVERA



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