
Como es mi costumbre,
aprovecharé los pedazos de vidrio
de aquel reloj de arena quebrado
y me prepararé un omelette con ellos.
/ así cortaré mi lengua, garganta
y estómago,
al mismo tiempo que sacio esta hambre
de tenerte a mi lado y charlar.
Heridos, la hemorragia interna
equilibrará el corazón roto y esas ansias de abrazarte.
Una vez terminado
peculiar desayuno,
tomaré como postre rajaduras de mi piel
en brazos, piernas, pecho y cara:
aberturas donde pienso introducirme
dicho nunca jamás
/ ¿desde cuándo los adverbios son materia controlable?
No sé,
¿desde cuándo tú decides
cuándo puedo dejar de demostrarte cuánto te quiero?
Colibrí no ha vuelto
de transmitir mi mensaje;
pero lo sabes. Yo aún te quiero.
DULCE OLVERA
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