sábado, 9 de abril de 2011

Tu nombre, mi fiel compañero


Una vez que se escuchan

aquellas letras que le brindaron a su aquella

desde que nacío,

ya sea a través de su boca o la de otro:

/ la inevitable curiosidad nos hace

preguntarlo con anterioridad y posterioridad

para confirmarlo, recordarlo y grabarlo por siempre.


Sin duda,

el nombre de nuestra aquella

es un golpe necesario a los oídos

del que uno nunca se recupera

/ son palabras con sonido a ti.


Son simples denominaciones

que nos dejan anonadados, suspirando

y viendo hacia la nada con una sonrisa estúpida

cada que

se pronuncia

se escribe (donde sea)

se piensa

se dibuja con el dedo

se escucha

se dice a su aquella

/ y aquella voltea.


DULCE OLVERA

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