Las páginas abrazan a
la mujer solitaria,
aquella que ha decidido seducirse por el silencio.
Interactua con sus libros,
caricias con miradas
/ no necesita nada más.
Los lamidos de su gata
la devuelven al mundo sin poesía
y sonríe.
Sentada en aquel sillón
alumbrada por los rayos solares
del anochecer, ella besa leyendo.
La mujer que entregó su vida a la lectura
y le niega el amor a lo real,
respira su propio aroma a musa
/ no necesita nada más.
DULCE OLVERA
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