martes, 23 de febrero de 2016

De M a fer

Fer: 
Has agitado mi vida en solo (menos) de siete semanas y a una de cumplir 24 años. La mayoría (o todo) lo que creía contundentemente sobre el amor es irreal, falso, relativo... lo más lejano a todo aquello que he fantaseado e idealizado por años y años. 
Llegaste y charlamos. Llegaste y nos abrazamos. Llegaste y deseamos vernos una vez más. Llegaste y nos besamos. Llegaste y charlamos, seguimos charlando. 
Pero no contaba con que, ya con tu llegada, buscara enamorarte día a día y no lograra nada. Absolutamente nada. Porque a ti te da igual (o poco, o definitivamente menos que a mí) el amor. Qué va. Tu prioridad es y será otra. Y me has dejado desarmada, sorprendida; encantada. 
¿Cómo puede existir alguien para quien el amor no es el pilar de la vida? Sí, hay. Muchos. Pero entre ese montón que no concebía, hasta conocerte, estás precisamente tú. Y entonces me obligo a entenderlo, aceptarlo, asimilarlo, anotarlo, repetirlo... El amor no lo es todo para ti. Para mí, qué crees, lo es. Pero eso no es tu lío. Ni mi elección. Solo lo siento. Desde que recuerdo es así. 
¿Entonces qué hacer? Tirar las siete semanas (que son las que lleva el año) a la basura. Olvidarte; aquí no pasó nada. Jamás fuiste tú quien se atrevió a dar el primer abrazo. Jamás fuiste tú quien sintió latir mi corazón como un loco (en ese primer abrazo). Jamás fuiste tú quien me picó el estómago con sus deditos mientras compartía su deseo de volver a vernos. Jamás fuiste tú quien confesó por primera vez un "te extraño" o me dijo "bonita" más de una vez. Jamás fuiste tú quien me dejó besarla (dos besos en la mejilla y un tercero en la boca; el que me hizo explotar por dentro y que no olvido. Dios mío, no olvido). Jamás fuiste tú quien me despeinó o intentó morderme. Jamás. Esos abrazos jamás sucedieron. ¿Jamás? Jamás olvidaría todo eso, fer. Nadie podría amar tanto esos momentos como yo. Para qué tirarlos. 
¿Qué hacer entonces? Amar tu libertad tanto como tú la amas. Admirar tu pasión, tu dedicación, tu fortaleza, tu independencia, tu "rareza"; tu encantadora rareza. 
Si conocerte no me hubiera partido los huesos como un rayo, desde el principio, desde los primeros minutos de aquella caminata (con el prólogo de una semana de charla), no desearía entenderte. Pero deseo hacerlo: intentar ver el mundo con tus ojos y admirarte aún más. 
Eres única, fer. Y empezar este año conociéndote fue una bendición. Aunque decidas irte. Aunque decidas quedarte. 

DULCE OLVERA 

No hay comentarios.: