lunes, 12 de junio de 2017

El equilibrio del otoño

CAPÍTULO CATORCE


El azul, azul, azul, sin marea, tranquilo, matizado, se ha ido. El mar verde, abandonado y acorralado, refleja mi vida. 

Los sueños han dejado de ser un refugio para pasar a ilustrar, entre símbolos y aparentes incoherencias, mi actualidad. Hoy me siento aturdida. Me pesa el encierro y la soledad que conlleva. 

Deseo darle la espalda a una cascada para que me impregne de relajación. A cambio de eso, sin embargo, tengo este cuarto que cada vez, siento, se contrae más y más. Está descuidado. Vaya.  

Es, debo decirlo, un desastre. Muy a la par de mi sentir. De mi interior y exterior. Me corrijo: Somos uno mismo. Cuarteados. Si alguno de esos artistas quieren plasmar la depresión, profunda, larga y devastadora, pueden venir a realizar una sesión fotográfica aquí; pintar el cuarto; hacer un performance. Si pueden traer una cascada, mejor. Por fin este cuchitril y yo serviríamos para algo. 

Tal vez el olor no les agradaría, pero es parte de la obra; de mí, Gretel. Tal vez durante su visita tendría que vestirme. Llevo días casi desnuda. Unos calzoncillos son suficientes. Entre el calor y la indiferencia, esa he sido yo últimamente. 

Lo más interesante que he hecho (en días) ha sido dibujar con gis un mar en una de las paredes. 

Combiné azules y verdes. Quise darle una patada a ambos mundos: el del hospital psiquiátrico y el onírico. Seguro esa toma de la pared daría un toque especial a cualquier acto artístico que quisieran hacer en esta locación. 

No tengo nada contra los artistas. La mayoría está igual de lunático que yo. Se necesita exceso de alguna emoción, cualquiera, para crear. Generalmente el dolor resulta la mejor musa. Ya están aquí, bienvenidos.

Si tu gato acaba de irse de la casa para no volver, haz buen arte, les dije. 
Si la persona que amas, por cualquier razón, no te ama o ha dejado de hacerlo, haz buen arte. 
Si un vagabundo jugando en la fuente de un parque te causó lástima o miedo, haz buen arte. 
Si te has tomado más de tres mezcales, uno tras otro, por tristeza y no júbilo, haz buen arte. 
Si te han encerrado en un cuarto de psiquiátrico que con el tiempo has impregnado de tu melancolía e indiferencia, haz buen arte. 

Inunda tu espacio de imágenes con gises de colores. Un perro, un árbol, una cascada; un mar, un mar, un mar. Dibuja la parte del universo donde quieres estar. Escucha la caída constante del agua. El movimiento del mar, junto con la espuma, es horizontal. El de la cascada, vertical. 

Acuéstate, si eres mar. Párate, camina, corre, si eres cascada. Azul, verde, ambos, lo que sea. Eres tú.   El científico de la mente se encargará del resto.

DULCE OLVERA

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